Si al abrir los ojos te encuentras con una panorámica brutal de la Gran Vía madrileña y de la Plaza de España es imposible que te hayas equivocado de lugar. Estas en Somos, el restaurante del Barceló Torre de Madrid 5*. Un espacio diseñado por Jaime Hayón en el que además de comer especialmente bien puedes disfrutar de un novedoso punto de vista de la capital. Y eso es lo que hicimos. Admirar. A Madrid, sus gentes y su gastronomía. Y vaya si admiramos.
Para comenzar, mientras dábamos el primer trago a una cerveza tostada, degustamos un boquerón. Uno de los clásicos que nunca fallan, como gran parte de la comida que vamos a probar hoy. Nada excéntrico, muy de taberna madrileña y muy del buen comer, porque está todo a muy buen nivel.
Ya entrando en materia llega una pizarra con salmorejo, ensaladilla rusa y steak tartar. Vamos por partes. En primer lugar, el salmorejo con cigalas y picadillo de huevo y jamón ibérico. Apto para celiacos, suave y fresco. Vaya toque el de la cigala. Nunca lo había tomado así y si uno debe acostumbrarse a bañar a una cigala en su ración, no tendrá problemas porque esta excelente.
Otro clásico es la ensaladilla rusa. De las de casa, con sabor a ensaladilla de verdad. El toque diferente se le puede dar con la guindilla. Otro acierto.
Para cerrar esta primera ronda llegamos al steak tartar. Exquisito. De ternera con flor de alcaparras fritas. En su punto de picante y con opción a rectificarlo si quieres una aventura más potente.
Continuamos con unos buñuelos de bacalao con alioli suave y brotes de remolacha. Un frito nada pesado y muy sabroso. Crujiente y con un interior meloso muy interesante.
Y ahora llega, para mi, el plato de la jornada. Es difícil decantarse por uno cuando realmente comes muy bien pero lo del pulpo que hay bajo estas líneas no tiene nombre. Se deshacía en la boca y tenía un sabor que mientras escribo esto estoy salivando (y no es broma). Y encima estaba acompañado de patatas y un puré de boniato que quiero hacer en casa. Es obligatorio pedirlo. En serio.
El problema de haberme venido arriba con el pulpo es que puede parecer que lo que viene a continuación no estaba tan bueno. Nada más lejos de la realidad. Seguimos con algo de pescado, en este caso un taco de bacalao sobre una cama de tomate y mango y crujiente de harina de maíz. Es cierto que el punto del pescado lo dice todo, y aquí estaba perfecto. Pero esa salsa de tomate y mango… Muy buena elección.
Y antes del postre, la carne. Solomillo de ternera de Guadarrama, polvo de cebolla y dúo de patatas con boniato. ¡Qué voy a decir! Una carne tierna, sabrosa y que siempre cumple con las expectativas más exigentes. Yo la hubiera hecho un pelín (pelín) menos pero estaba muy buena y, sobre todo, sabía a carne.
Y ahora toca el cierre. Madre mía. El chef nos tenía preparado el gran truco final (que diría Love of Lesbian). Un brownie de chocolate, con lámina de chocolate, helado de chocolate, crema de chocolate. Todo chocolate. La perfección. Sí, la perfección. tanto por el punto del brownie como por el sabor. Y esa crema… todo acompañado de esa crema… mejor no seguir y os lo enseño.
Creo que la conclusión es sencilla. Comimos de maravilla. Y además esas vistas. ¿Qué más podemos pedir para huir del calor en verano y comer muy bien? Una mesa, que nos reserven una mesa. Eso podemos pedir.
Dirección: Barceló Torre de Madrid – Plaza de España, 18.
Horario verano: L-D de 13 a 16 h. y de 19 a 23 h.
Tlfn: 915 242 399
Precio: Desde 35 euros. Menús ejecutivos 22 y 29 euros.
Cocina tradicional