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Blogs A bordo del J. S. Elcano por Gonzalo Jiménez Tapia

La Semana Santa embarca en Elcano al son de la unidad de música

A la orden del brigada, el redoble del tambor de Fito retumba por todo el barco y los vientos trasladan los acordes de los saxos, la trompeta y la tuba creando una atmosfera envolvente.

La Semana Santa embarca en Elcano al son de la unidad de música
La unidad de música en la cubierta (Toldilla) durante el atraque del buque en Praia, Cabo Verde.
Gonzalo Jiménez Tapia el

Francisco, Iria, Fito y José Antonio interpretan varias canciones en el Alcázar. G.J.T

La música traspasa fronteras, pero también océanos a bordo de Elcano. Desde el pasillo se escuchan varias trompetas, una batería y algún otro instrumento que no se identifica a simple escucha. Al otro lado de la puerta de la cámara de marinería está la banda de música del Juan Sebastián de Elcano.

La forman seis infantes de marina de distintas unidades como la Agrupación de Madrid o la Escuela Naval Militar de Marín. El brigada José Antonio Camuñas Carrascosa, suboficial, es el director de esta orquesta marinera. Pero en las últimas semanas colaboran también un marinero y un guardiamarina. Están ensayando para el concierto de Semana Santa que darán por la tarde. No han empezado a tocar y ya se nota el gesto de concentración máxima en sus caras. Fuera de sus mentes y de la sala han quedado los problemas, trabajos y preocupaciones de cada uno de ellos, “La música está por encima de incongruencias, somos músicos, somos artistas´´, advierte a su equipo el brigada, antes de hacer la señal para que empiecen a tocar.

Concierto nocturno durante la navegación a bordo del Juan Sebastián de Elcano. G.J.T

Las primeras notas que se convierten en sonido salen de la corneta de Antonio, el marinero que colabora con la unidad de música desde hace unas semanas. Al solo de corneta se suman el resto de los instrumentos al unísono. La tuba de Carles Algarra, los saxos de Iría Rial y Francisco Javier Vázquez, la trompa de Miguel Brajin, la trompeta de Ángel Sánchez, el tambor de Adolfo Seara – Fito, el batería de la banda – y el clarinete de José Antonio Camuñas, que además dirige. Todos llevan más tiempo siendo músicos que militares. Son profesionales que han estudiado en varios conservatorios “civiles´´ al mismo tiempo que seguían con su carrera militar. Aunque no existan escuelas de música militares, para ascender en la especialidad de tienen que pasar un examen de teoría musical con pruebas similares a las del mundo civil.

La banda en el acto de inauguración de la placa por la Primera Vuelta al Mundo en Cabo Verde. G.J.T

Desde niños crean música y participando en las bandas de sus pueblos como Antonio o Miguel, e incluso algunos como Irían o José han sido miembros de grupos musicales, igual que Fito, que ha compuesto un disco desde su estudio de grabación profesional en su propia casa. Pero hacer música navegando es algo más complicado, tienen que adaptarse al barco, al espacio y a los instrumentos que disponen. Se reúnen todos los días casi dos horas para ensayar los conciertos nocturnos que se hacen en la cubierta (Alcázar) cuando el tiempo lo permite, aunque a veces han tocado con lluvia y, casi siempre, con viento al que se suma la escora, lo que complica bastante mantener el equilibrio. Pero en el Juan Sebastián de Elcano tienen también que hacer sus guardias diarias igual que sus compañeros.

La unidad de música en la cubierta (Toldilla) durante el atraque del buque en Praia, Cabo Verde. G.J.T

Con el atardecer cayendo sobre la cubierta, la banda monta sus atriles con las partituras, las sillas y sus instrumentos. A la orden del brigada, el redoble del tambor de Fito retumba por todo el barco y los vientos trasladan los acordes de los saxos, la trompeta y la tuba creando una atmosfera envolvente. La música, después de dos meses navegando, se convierte en un aliado imprescindible, más aún en Semana Santa, porque muchos miembros de la dotación son del sur de España y viven los pasos de forma intensa. Por ello, la unidad ha preparado un repertorio para acercar un trocito de esa música procesional al buque, bajo la luz de la luna en mitad del océano Atlántico.

 

Diario de a bordo
Gonzalo Jiménez Tapia el

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