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Blogs La viga en el ojo por Fredy Massad

Entrevista a López Rivera Arquitectos (3ª parte y última)

Entrevista a López Rivera Arquitectos (3ª parte y última)
Fredy Massad el

La conversación con Mónica Rivera y Emiliano López concluye hablando sobre las posibilidades y la necesidad de diálogos, el uso de las imágenes fotográficas como herramienta de reflexión y un apunte final sobre cómo reformular, en las circunstancias de este momento, el significado de ser arquitecto.

¿Con qué otros estudios reconocéis afinidades en este momento?

Mónica Rivera (M.R.).- Hace pocos años tuvimos ocasión de conocer a Brendeland & Kristoffersen en un simposio sobre vivienda organizado por Stephen Bates y Bruno Krucker en la Universidad de Munich, con quienes luego compartimos participación en la exposición Feeling at Home en la última Bienal de Arquitectura de Venecia, una muestra curada por Sergison Bates architects. Ha sido muy enriquecedor conocerlos porque comparten inquietudes similares a las nuestras, un parecido concepto de trabajo…Optan por esa lentitud y en comprometerse con proyectos que verdaderamente les interesan. Manifiestan una preocupación por lo tecnológico, lo social, las dinámicas del cliente y la ciudad.

Emiliano López (E.L).-  De Sergison Bates Architects nos interesan enormemente en concreto sus propuestas de vivienda social y cómo trabajan la inmersión del edificio en el contexto. Entendemos que consiguen que los habitantes puedan identificarse con sus edificios, no son edificios cualquiera, sino edificios que contribuyen a completar la ciudad y a dignificarla. Sus edificios se nutren del contexto y a la vez aportan algo nuevo.

M.R.- Nos interesa mucho también la atención que aplican al trabajo en planta para generar espacios ambiguos y ricos. Además de desarrollar cuidadosamente un diálogo entre la imagen y la tectónica de las fachadas, trabajan con la misma intensidad las distribuciones interiores.

E.L.- HArquitectes, cuya estructura de equipo es diferente a la nuestra, es uno de los estudios locales con los que compartimos afinidades ya que reconocemos claramente en cada nuevo proyecto que encaran esas búsquedas diversas que nosotros también estamos planteando.

Recientemente, nos hemos presentado junto a ellos a un concurso de vivienda colectiva. El motivo de esta asociación no es sólo aunar fuerzas para acometer un proyecto que, de afrontarlo individualmente, tanto nosotros como ellos tendríamos menos opciones de poder llevar a término, sino también el de hacer de él un punto de encuentro para el debate y el aprendizaje recíproco.

¿Señalaríais en particular a arquitectos que estén incentivando ese intercambio, debate?

E. L .-A nivel internacional, creo que puede destacarse a Sergison Bates Architects o Caruso St.John Architects que plantearon su invitación a participar en la última Bienal de Venecia como una ocasión para el encuentro. A diferencia de otros participaciones, que únicamente se preocuparon de desplegar y exhibir su propia musculatura, ellos convocaron a distintos colegas para mostrar su trabajo de manera conjunta, buscando sinergias e intercambio.

Algo semejante a lo planteado también desde el pabellón de Catalunya con Vogadors, que a mi entender fue una derivación comercial de lo que originalmente plantearon Pere Buil, Carlos Cámara y Joan Vitoria en  Matèria Sensible. Matèria sensible fue y sigue siendo realmente un lugar de encuentro y discusión sobre arquitectura, donde Pere, Carlos y Joan no son sólo comisarios, sino parte integrante del grupo.

¿Hay riesgo entonces de que estas actitudes acaben tomando una deriva comercial, de tendencia? ¿Sería evitable?

E.L.- En mi opinión, si se tomara una actitud de mostrar el respectivo trabajo entre arquitectos desde una voluntad de compartir, no tiene porqué caer en modas. Algo similar a los CIAM, Team 10… reuniones donde a través de sus propuestas cada uno transmite conceptos que generan debate.

Mi tesis doctoral se centró en el estudio de un edificio de vivienda colectiva para estudiantes casados, construido por Sert, Jackson & Gourley en el campus de la Universidad de Harvard en 1964, durante una época de grandes cambios sociales donde se sentaron las bases de nuestra sociedad.  Analizando esas obras y sus actores quizás podamos entender mejor su legado arquitectónico.

Pero insisto, ¿no está latente ese riesgo de adoptar la actitud desde una mera imitación superficial? ¿Cómo hacer que estas ideas, que son sujeto de debate y no sujeto de performance no acaben quedando en meras cuestiones vendibles?

M.R.-  Creo que ese riesgo es inevitable. Ayudaría a minimizarlo el que se divulgaran de una manera más cuidadosa y profunda estas colaboraciones y obras, con reseñas y reflexiones que fueran más allá de publicarse en revistas o colgarse en una web con imágenes del proyecto y acompañadas por la memoria descriptiva del arquitecto/a sin más. Si a esto le agregas comentarios rápidos y hechos por encapuchados, pues ahí tienes performances en línea.

¿Reconoceríais entonces en estas nuevas motivaciones de diálogo, colaboración…una cierta voluntad de retomar ese espíritu de los 50 ó 60?

E. L.- Por ejemplo, actualmente, Lacaton & Vassal con sus fotomontajes y las fotografías que toman de sus viviendas en uso, claramente se refieren a los Case Study Houses de California, a aquella manera de vivir y relacionarse con el paisaje. Examinan esa manera de vivir que, en teoría representaba el capitalismo americano más feroz y depredador, pero para incorporar, paradójicamente, esa manera de entender la relación con el paisaje en la vivienda social contemporánea. Lacaton & Vassal se muestran a favor de los edificios en altura, comprendiéndolos como medios que pueden ayudar a prevenir el sprawl mediante la definición de estrategias y proyectos de restauración y mejora de edificios en altura que a simple vista pueden parecer obsoletos,  esos grandes bloques que rodean todas las ciudades europeas.

No creo que se trate de retrotraernos o poner de moda los 50 o 60s, pero quizá si contagiarnos un poco de su optimismo.

Como hablábamos anteriormente, se adopta ahora el discurso demonizador de la arquitectura estrella y el «nuevo arquitecto» ahora quiere exhibir cercanía al usuario, pero convendría aclarar si todo el mundo tiene claro por qué aproximarse al usuario, conversar sus necesidades para tratar de atenderlas con soluciones adecuadas o utiliza esto como mera pose.

M.R.- Cierto. Regresa una cierta tendencia a validar y exhibir esta cercanía al usuario sobre todo valiéndose de fotografías de los habitantes usando felizmente el espacio. Desde luego, es muy interesante ver los espacios con vida, donde los habitantes no quedan relegados al papel de cliente-que-hizo-concesiones, sino que al aparecer en las fotos parecen anunciar su conformidad con los resultados y su participación en la toma de decisiones, además de evidenciar que han sobrevivido el proceso de construcción y han mantenido buenas relaciones cliente-arquitecto/a como para posar.

Entraríamos aquí en el campo de la construcción dialéctica de la arquitectura a través de la fotografía, o también la recreación digital previa al proyecto. ¿Cómo opináis que debe abordar el arquitecto esta dimensión en la que lo estético conlleva significados, connotaciones, implicaciones que definen su trabajo?

M.R.-  Personalmente no me interesa este tipo de fotografía que realiza o dirige el arquitecto queriendo presentarla ante todo como una evidencia del éxito espacial-emocional: no puedo evitar asociarlas a  un premeditado lenguaje publicitario-televisivo.

En cambio, me resultan de mayor interés las fotografías sobre las que el arquitecto no ha tenido control y que responden a la visión de otra persona ajena al proyecto, ya que desaparece la  preocupación por mostrar el lado fotogénico del espacio y afloran preocupaciones e intereses que suelen estar en otra parte.

En ese sentido, tres de nuestros proyectos han sido fotografiados por el fotógrafo y artista Román Yñán, sin ninguna indicación por nuestra parte. Uno de estos proyectos es su apartamento en Barcelona, que reformamos en 2008, y que ha sido el escenario donde él ha ido fotografiando a su familia a lo largo de varios años en un proyecto muy personal titulado diariosfotográficos. Son fotografías que narran un habitar auténtico y una exhibición voluntaria de la vida en ese espacio. De hecho hemos hablado con él sobre la posibilidad de “documentar” el espacio de manera más descriptiva pero, otras veces, dudamos y pensamos que tal vez sea más penetrante que ese espacio tan personal sólo exista para nosotros a través de la libertad de sus fotografías.

No obstante, en vuestro trabajo con José Hevia sí intervenís y creáis una aproximación a vuestra arquitectura distinta a la que plantea y resulta del proyecto fotográfico de Yñán.

M.R..- Con José Hevia mantenemos una colaboración muy estrecha e intensa. Junto a él documentamos nuestros proyectos de forma muy premeditada ya que ahí nos interesa crear una narrativa de las intenciones del proyecto en términos espaciales, tectónicos, de uso imaginado y relación del programa.

Nos gusta reflexionar sobre lo que es el hecho de tomar una fotografía de arquitectura e investigar sobre los diferentes modos complementarios de fotografiarla.

¿La fotografía forma entonces parte del proceso de trabajo de López-Rivera Arquitectos, ese proceso que describíais como a la búsqueda constante de nuevas preguntas?

M.R.. En las fotografías de nuestras obras tratamos siempre de construir una imagen de la domesticidad que nos hemos imaginado, de una manera neutra y con pocos elementos que den escala y sugieran los modos en que nosotros consideramos que esos espacios pueden ser interpretados, utilizados. Después, es interesante observar cómo el habitante ha hecho suyo ese espacio para seguir reflexionando en cómo nosotros, como arquitectos, proponemos y después el habitante dispone.  En el caso de viviendas privadas, no sentimos la necesidad de documentarlas en uso porque el trato con los propietarios y la visita frecuente nos permiten ir viendo como se produce ese uso.

Otro de los proyectos que Román Yñán fotografió fueron las viviendas para jóvenes en Sant Adreu. Sus fotografías documentan qué es hoy una vivienda social de alquiler y que rostro tienen sus ocupantes. Propusimos esa colaboración con Román en las viviendas sociales ya que, como diseñábamos para un usuario desconocido, sentíamos curiosidad por saber quién viviría ahí y cómo había interpretado nuestra propuesta.

¿Rechazáis entonces la estilización deliberada, la presentación de la arquitectura como alienada del contexto, del uso, del habitante? ¿Buscáis una construcción dialéctica de una posibilidad de la realidad de vuestra arquitectura?

M.R.-Considero la fotografía de la arquitectura vacía también es muy importante. En una conferencia que ofreció recientemente en Harvard, la fotógrafa Hélène Binet, respondiendo a una pregunta del público, explicó que evita introducir figuras humanas en sus fotografías de arquitectura porque las personas y sus detalles distraen de las cualidades espaciales de la arquitectura y que no considera necesario incluirlos para comunicar el uso social del edificio, ya que es obvio que la arquitectura está hecha para la gente.

Un lugar puede cambiar de habitantes, de muebles, de época. Es interesante fotografiar a la arquitectura con sus habitantes si hay de fondo una voluntad consciente de reflexión, pero fotografiarlas por el mero intento de anular la imagen de la arquitectura vacía carece para mí de cualquier sentido.

No obstante, las fotografías de arquitectura vacía tienen mucho valor también porque, como arquitectos, somos capaces de imaginar una pluralidad de formas de habitar una determinada arquitectura y de juzgar sus cualidades como soporte que es para la vida.

¿Se trata entonces de desarrollar una comprensión de lo cotidiano que quiere ir más allá del mero detalle, tal vez sólo anecdótico, de la foto de la señora ama de casa en su cocina, por ejemplo? ¿Tener una trascendencia, la voluntad de explicar la propuesta de algo distinto, renovador?

E.L.-  Cuando presentamos las viviendas sociales para jóvenes al premio FAD presentamos en los paneles una foto de gran tamaño, realizada con José Hevia, de un detalle concreto de la ventana que comunica el interior de la vivienda con la pasarela comunitaria de acceso. Esa imagen era prácticamente un bodegón de una posible escena doméstica de desayuno en la pasarela comunitaria. Acompañamos esta imagen de otras, mostrando interiores de los apartamentos amueblados y con plantas.

Ese tipo de imágenes para presentar una vivienda social no eran muy comunes. La vivienda social era un producto que los arquitectos distribuían como los operadores les indicaban, no creían en lo que estaban distribuyendo y se dedicaban a hacer una composición de fachada y una composición de volúmenes que les resultara más o menos interesante.

M.R.-  De igual manera, cuando en aquella época, se buscaban imágenes de vivienda social en revistas especializadas, jamás aparecían fotografías de interiores, sino únicamente de fachada. Cabe pensar también que el motivo fuera que los arquitectos proporcionaran fotografías interiores, y que el criterio editorial fuese el de priorizar la publicación de fotografías de fachada. Lo desconozco, pero lo dudo porque todo el discurso arquitectónico se enfocaba en la piel y no había un análisis del interior, de su distribución, de los porqués que subyacían a cada decisión…

Esa selección de fotografías que presentamos al FAD fue como una reacción contra la situación que estábamos constatando. Decidimos hacer un énfasis absoluto en el interior. Dar a entender que el lujo era el espacio, cómo se producía la penetración de la luz, la relación entre uno y otro espacio y, sobre todo, la relación entre lo privado y lo comunitario.

E.L.-  Y en este punto es donde se produce la crítica hacia ese arquitecto que trabajó indiscriminadamente, acatando sin cuestionamientos las normas que le imponían los operadores.

M.R.- Y, paradójicamente, sobre aquellas fotos que en su momento planteamos como una crítica, algunos colegas nos dicen ahora que resultan «demasiado bonitas, demasiado propias de revista de decoración». La crítica ha dado la vuelta y ahora esas imágenes se entienden justo de la manera opuesta. Pero no: esas fotografías están hechas justamente en un momento en que percibíamos que no había ningún interés en la calidad del espacio interior.

¿Cómo percibís que debería producirse la transformación de la figura y función del arquitecto dentro de esta sociedad cambiante? Dentro de una sociedad que debe fundamentarse desde otros valores y capacidades críticas.

E.L.- Creo que si de alguna manera debe cambiar el arquitecto su tarea hoy es convirtiéndose en una figura que contribuya a hacer replantear las dinámicas que la sociedad da por establecidas. Quizá el futuro inmediato del trabajo del arquitecto sea colaborar en la formación de la sociedad a otros niveles: plantearle cuestiones, demostrarle si precisa realmente un edificio o no.

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