Por Eva Monserrat
En la madrugada de este domingo 29 de marzo, a las 2.00 se adelantarán los relojes hasta las 03.00, dando comienzo al horario de verano. Hemos hablado sobre la conveniencia de seguir con este cambio anual con Juan Antonio Madrid Pérez, que participa en los estudios para evaluar el cambio de hora en España propuesto por la Comisión Europea. Madrid es catedrático de Fisiología en la Universidad de Murcia y pertenece al grupo CronoLab del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB).
“La cronobiología es una ciencia, no es una paraciencia, como hace unos años se pensaba”, explica, “estudia todos los fenómenos rítmicos, que ocurren con una cadencia determinada, que puede ser de 24 horas, y hablamos entonces de ritmos circadianos, o puede ser más rápida y hablaríamos de ritmos ultradianos, o más lenta y estaríamos hablando de ritmos infradianos, como los de algunos animales”. El 90% de los estudios cronobiológicos se centran en los ritmos circadianos, porque son los que más afectan a la vida humana, sobre todo porque el ciclo circadiano más importante y que más incidencia tiene en nuestra vida es el ciclo de sueño-vigilia, que tiene una periodicidad de 24 horas.
¿Cómo afecta el estilo de vida actual a nuestros ritmos circadianos?
Nuestra adaptación al entorno se ha ido perdiendo de alguna forma. En los ritmos biológicos hay un componente endógeno, genético, programado en tu cerebro, tus células; pero también hay un componente ambiental, relacionado con la exposición a la alternancia luz/oscuridad, a la alternancia ayuno/vigilia, con una cierta cadencia y es eso lo que vamos perdiendo. La regularidad de exposición a sincronizadores, cada es más débil. De tal manera que vivimos en el interior de edificios sin salir a la calle, con baja luz, y por la noche, en cambio encendemos las luces hasta iluminar el cielo nocturno.
Usted participa en uno de los estudios que se están realizando para el cambio horario en España, ¿cómo nos afectará?
En el cambio horario hay dos problemas en paralelo, uno es si hacemos o no el cambio horario dos veces al año. La Unión Europea ya se ha manifestado a favor de que desaparezca el cambio horario, puesto que en realidad no significa un ahorro de energía importante y el consenso de la Sociedad Europea de Sueño y Cronobiología es el mismo: el cambio horario no tiene sentido en este momento.
El segundo problema es que una vez admitido que no vamos a cambiar dos veces al año nuestro horario, ¿con qué horario nos quedamos? España es un país que tiene de este a oeste una gradación de horas, de momentos de salidas del sol, muy grande. Por tanto, tenemos que estudiar cuál sería el mejor horario para el conjunto de la Península. Todas las simulaciones que nosotros hacemos nos llevan siempre a la misma conclusión: para mejorar algunos déficits que se encuentran en la sociedad española, como dormir muy poco, acostarnos muy tarde, con desplazamiento de horarios hacia la noche, el mejor sería el de invierno, pero mantenido todo el año. Una vez que se empiezan a alargar los días, nos permitiría mantenernos durante el verano con un horario de entrada y salida del sol bastante razonable.
Pero tenemos ya unos hábitos asociados a estos horarios, ¿habría que cambiarlos?
Claro. Tenemos unas jornadas partidas muy largas, llegamos a casa muy tarde, los horarios de televisión están muy desplazados hacia la noche… Si no cambiamos todo eso aprovechando el cambio de horario oficial, probablemente habremos perdido una oportunidad de oro para mejorar nuestros horarios.
¿Podría aplicarse, como ocurre en Estados Unidos, distintos husos horarios en nuestro país?
En realidad ya tenemos dos husos horarios: Canarias y el resto de la península. Pero igual sí que Baleares sería la parte más perjudicada de mantener el horario de invierno. Cuando hacemos simulaciones en el laboratorio, Baleares se escapa un poco.
¿En qué consisten las simulaciones que hacen en su laboratorio?
Las simulaciones se basan en estudiar los horarios de salida y puesta de sol en diferentes ciudades españolas y valorar cuántas personas viven en ellas, es decir, valorar a cuantas personas les está afectando el tomar una decisión u otra. Un resumen de estos resultados se puede ver en nuestra página web, con los distintos horarios y qué pasaría en cada uno. El problema de las simulaciones es que a menudo nos olvidamos de que nuestra tendencia natural para despertar se liga mucho a la salida del sol. Cuando estudiamos el sueño en grupos que no utilizan luz eléctrica, que realizan una vida completamente al exterior, nos damos cuenta de que su despertar se asocia a la salida del sol, pero no se acuestan cuando se pone el sol, porque tienen actividades sociales antes de dormir, encienden sus fuegos, tienen ritos, danzas, etc.
En España, cuando utilizamos uno u otro horario, sí que vemos que al empezar a trabajar a las 8 a.m. nos vemos obligados a despertarnos a las 6 a.m. y durante buena parte del año, sobre todo en el oeste de España, la gente se levanta de noche, y los niños, se levantan de noche. Esto va muy en contra de tu tendencia natural. Lo que deberíamos intentar es que nuestro horario de despertar se organizase alrededor la salida del sol o un poco más tarde de la salida y, en función de eso, tendríamos nuestro horario de irnos a la cama. Si mantenemos el horario de invierno todo el año parecería que el sol se pondría una hora antes y eso facilita irse a dormir. Pero en Galicia, Extremadura o Huelva, si un niño tiene que irse a dormir a las 21:30 y el sol está todavía fuera no se puede dormir, porque es una señal que va en contra del sueño. Tenemos que intentar ser coherentes en ese aspecto.
¿Quedarnos con el horario de invierno podría afectar a las personas con trastorno afectivo estacional u otros trastornos afectivos dependientes de las horas de luz?
Es que no nos quitamos horas de luz. Simplemente las ubicamos en un momento distinto. Otro hecho que estamos viendo también en el laboratorio es que las personas no se exponen a la luz natural, vivimos de tal manera que nuestra exposición a la luz natura es muy limitada. A veces se limita a media hora, una hora al día, básicamente estamos en interior. Esa idea que tenemos de que nos vemos afectados única y exclusivamente por la luz natural tampoco es cierta.
Otro grupo de la Universidad de Sevilla dirigido por Jose Mª Martín Olaya opina lo contrario respecto al cambio de hora, según un reciente estudio que han publicado, los cambios horarios no afectan a los ritmos circadianos
Yo creo que es muy arriesgado decir que el horario oficial no afecta a nuestros ritmos circadianos porque todos los estudios y análisis que se están publicando a escala global, por ejemplo, viendo cuándo las personas se conectan a las redes sociales, que lo hacen desde que se despiertan hasta que se acuestan, se está observando que las zonas más al este de cada país son más matutinas y comienzan a activarse antes que las que están al oeste.
Por ejemplo, en Alemania hay un estudio que muestra esa gradación de cronotipos y en realidad no tienen más de media hora de diferencia de salida del sol. También se ha realizado en países del sudeste asiático y se ha visto que hay una gradación entre la salida del sol y tu inicio de actividad, por lo tanto, sí que afecta.
Otra razón que argumento, es que, si nos comparamos con países que están a una latitud similar, por ejemplo, Portugal o Italia, los horarios son bastante diferentes y el tiempo de sueño es diferente. España tiene una privación crónica de sueño, nos vamos a dormir muy tarde y cenamos muy tarde y estos dos factores se asocian a un peor pronóstico de salud. Paralelamente nos tenemos que levantar a la hora a la que lo hacen todos los europeos para ir a trabajar. Por lo tanto, tenemos ahí una limitación. Solamente cambiando hábitos y el horario oficial nos permitiría ganar media hora o tres cuartos de hora de tiempo de reposo nocturno que es necesario.
Sin embargo, España se encuentra en el top de los rankings de longevidad, ¿cómo se explica eso?
Sí, estamos en los rankings de salud, pero también hay que contemplar otro hecho y es que España tiene una sanidad pública muy buena, que ha permitido que la longevidad general del país sea de las mayores, pero tenemos un déficit en el momento en el que las personas entran en dependencia o son frágiles, porque se produce con mucha antelación respecto al final de su vida. Tenemos periodos de pérdida de calidad de vida importantes en el final de nuestras vidas. Probablemente, determinados hábitos nos estén afectando en ese sentido.
En línea con estos trabajos, en su laboratorio han desarrollado el test de los 3 tiempos, ¿qué es?
El test de los 3 tiempos analiza precisamente horarios y comportamientos en grandes grupos de personas. Es un test que desarrollamos aquí en el laboratorio de cronobiología, que está avalado por la Sociedad Española de Sueño. Creo que habrán completado el test unas quince mil personas y sabemos el lugar y momento en que lo hacen.
En el test evaluamos tres tiempos que son: el tiempo interno, el tiempo en el que tienes una tendencia natural a dormir y levantarte; por otro lado, lo comparamos con el tiempo ambiental, en función de donde vives qué horarios de salida y puesta de sol estás teniendo; y, el tiempo social, que es una mezcla de varios tiempos, pero nosotros lo analizamos como los horarios de entrada y salida del trabajo. Si entramos a trabajar a las 8 am, pero necesito dos horas desde que me despierto, desayuno, me aseo y llego a mi trabajo, me tendré que levantar a las 6 am, si tengo que dormir unas 8 horas, me debería ir a la cama a las 10 de la noche. Esos análisis e interacción entre esos tiempos son los que nosotros abordamos para ver si hay o no cronodisrupción en grandes grupos de personas.
Habéis desarrollado en vuestra empresa un reloj llamado Kronowise®, ¿será el siguiente reloj del futuro?
Lo hemos desarrollado para ayudar a los profesionales de la salud, a los médicos fundamentalmente, en la evaluación de ritmos circadianos y calidad del sueño. Porque nos dimos cuenta de que muchas personas pueden dormir mal, pero la causa está en el día, en lo que hacen durante el día, en su exposición a la luz, cuánto se mueven, en la regularidad de sus hábitos… Por eso creemos que no basta con hacerse una prueba de una noche en una unidad de sueño, es mejor analizar, 7 días como mínimo, lo que hace esa persona, cuándo duerme la siesta, cuántas veces se despierta durante la noche, si se levanta, si enciende la luz, todo eso lo medimos con nuestro reloj. El reloj mide aproximadamente unos 23 millones en una semana, distribuidos en 15 variables distintas, solo llevándolo en la muñeca.
Los móviles últimamente tienen también esta función de hacer pequeños análisis del sueño, ¿sirve para algo?
Sí, los móviles empiezan a hacer algo muy parecido, que es darte información sobre el sueño, pero a veces se convierte en una obsesión. Pero la idea, con nuestro reloj no era tanto que las personas en particular lo utilicen, sino utilizarlo a nivel médico. Hemos desarrollado también otro dispositivo, tal vez menos conocido, que se coloca en el ambiente en el que se va a dormir, en el cabecero de la cama o en el colchón. Analiza el tiempo que estás en cama, pero de una forma muy integrada. Detecta el ruido, tanto el del ambiente o el que produces roncando si lo haces, detecta la humedad, la temperatura ambiental. Pero además detecta también lo que ocurre en la cama: la humedad, la temperatura, si te mueves o no… Esa combinación de información nos permite, como estamos haciendo ahora, detectar la apnea disruptiva del sueño sin poner ningún aparato a la persona.
Por último, teniendo este currículum tan extenso… ¿cómo lo ha logrado? ¿manteniendo una buena higiene del sueño?
[Se sonríe] Bueno, una buena higiene del sueño la estoy manteniendo los últimos 10 años, pero no antes. Durante una buena época de mi vida yo también he sido uno de los que ha dormido poco, quizá mi problema era que me iba a la cama con mi cerebro completamente activado todavía, no había desconectado. Los últimos años lo que hago es que dos horas antes de dormir desconecto con toda la actividad que tenga que ver con mi trabajo o con esas obsesiones que en ocasiones los investigadores tenemos, cuando estás haciendo un algoritmo o estás analizando algo no se te va de la cabeza. Eso últimamente sí que lo hago. Desde que desarrollamos nuestro reloj, el prototipo lo empezamos hace unos 15 años, sí que me analizo periódicamente y trato de corregir aquellas deficiencias que voy encontrando.
Tiene pinta de ser complicado…
[Se ríe] Sí, bueno, en realidad la cronobiología es una parte de ese aforismo que dice “Conocete a ti mismo”, te ayuda a conocer una parte desconocida de tu propia persona y cuando sabes un poco qué teclas tocar, puedes ir corrigiéndolas. Yo afortunadamente, y toco madera [toca la mesa], sigo durmiendo muy bien.
Eva Monserrat es alumna del Máster en Neurociencia de la UAM
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