Esto es un aviso con un par de días de salivación. Ya estrenan otra película de Kim Ki-duk, ese director coreano que hace películas como rosas, por decirlo de algún modo, tan en la espina como en la flor. Un tipo duro que cuenta, a dentelladas, preciosas historias de amor. Alguno lo recordará por ‘Hierro 3’, o por ‘Samaritan girl’, o ‘Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera’, o aquella otra con la que se presentó, ‘La isla’, que era como un gato erizado midiéndote la cara. La película que se estrena es ‘El arco’, un hermoso y despiadado cuento chino sobre la belleza que vuela… con otro, y las ilusiones que no acaban de brotar por mucho que se rieguen, como si fueran un zapato.
No hay muchos directores como Kim Ki-duk, capaces de atravesar al espectador con un sentimiento vaporoso como el aliento de un esquimal y, al tiempo, atravesar a cualquiera de sus personajes con una flecha el ojo izquierdo, o tirar de él con un anzuelo agarrado pues a cualquiera de sus agujeros… En fin, ¡un bestia tan delicado!