Hacía ya algún tiempo que no veía una primera media hora de película tan extraordinaria, tan sorprendente, tan impresionante como la de “El vuelo”, película que se estrena en un par de días y que yo no voy a destripar aquí. Y hacía mucho también que no veía una siguiente hora de película tan extraordinaria, tan desconcertante (te mueve las expectativas como un fullero la bolita roja) y tan moralmente compleja como la de “El vuelo”, película que no pienso destripar, a pesar de todo. Pero la película dura algo más de dos horas, y utiliza la última parte de ella en “recomponerse”, en hacerse digerible o digestiva, lo cual yo no lo considero (por principio o principios) algo malo, aunque sí le quita algo de todo lo sorprendente y desconcertante que tenía. Zemeckis hace un gran trabajo, inteligentísimo, que roza lo magistral. Y desde luego Denzel Washington no es que tenga una “nominación” muy merecida, es que podría llevarse el Oscar sin que, al menos a mí, se me arqueara una ceja. Eso es lo que puedo decir ya de “El vuelo”, bueno y también que no me subiré a ningún avión sin olerle el aliento antes a su piloto.
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