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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Feliz Año de la Rata

Pablo M. Díez el

Aunque en Occidente está considerado como un animal repulsivo y asqueroso, la rata no tiene tan mala imagen en Oriente. Por ese motivo, millones de personas en Asia, especialmente en China, darán la bienvenida con alegría durante la medianoche del jueves al Año Nuevo Lunar, que esta vez se corresponde con la rata.

Al contrario que ocurre en Occidente, regido por el calendario gregoriano, China utiliza el calendario lunar y cuenta con su propio horóscopo, que no sigue los signos del zodíaco y se basa en doce figuras de animales que están encabezadas en primer lugar, precisamente, por la rata. Todo un símbolo de la importancia de este roedor, ya que, según la mitología china, la rata fue el primer animal en llegar a la fiesta convocada en tiempos inmemoriales por el Emperador de Jade gracias a su astucia e inteligencia.
Cuenta la leyenda que, batiéndose con otras especies más poderosas y veloces, como el tigre o el dragón, la rata se las ingenió para cruzar un río a lomos del buey, del que saltó cuando hubo llegado a la orilla para ser la primera en la cita con el Emperador y, desde entonces, en el horóscopo chino.

Esta costumbre milenaria se rige por un almanaque astrológico que, al tener su origen en el calendario lunar, provoca que el primer día de cada año varíe siempre entre finales de enero y mediados de febrero. A tenor de dicho calendario, las seis décadas que componen su siglo se dividen en ciclos de doce años, cada uno de los cuales está representado por un animal que determina la personalidad de los nacidos bajo su signo.
Como para el imaginario cultural chino tiene una importancia trascendental el mito del Emperador Amarillo, considerado el ancestro de esta civilización por ser el primer rey del país allá por el año 2.697 antes de Cristo, su almanaque entra esta semana en el año 4705 (4706 según otras versiones) bajo el signo de la rata de tierra.

Y es que el calendario chino también tiene cinco ascendentes basándose en el yin y el yang y en los elementos básicos del universo: metal (oro), agua, madera, fuego y tierra. En la antigua astronomía china, todos ellos servían para denominar a los planetas, por lo que el metal (oro) estaba ligado a Venus; la madera a Júpiter; el agua a Mercurio; el fuego se asociaba a Marte y la tierra con Saturno.
De esta manera, la posición de tales planetas, en conjunción con el sol, la luna y los cometas, determina el carácter de una persona al nacer, que además se ve condicionado por el momento exacto del alumbramiento. En este sentido, el antiguo sistema zodiacal chino también divide el día en períodos de dos horas que se corresponden con cada uno de sus doce animales, por lo que la hora de la rata va desde las once de la noche hasta la una de la madrugada.

Aunque el centro y sur del gigante asiático se encuentran sumidos en el caos por un fuerte temporal de nieve, el más grave en medio siglo, los chinos ya se preparan para tirar la casa por la ventana festejando la llegada del Año de la Rata. De hecho, el colapso que sufre el país se debe, en buena medida, a los cientos de millones de personas que, en autobús, tren o coche, vuelven por estas fechas a sus hogares para celebrar las fiestas con sus familiares. La mayoría son emigrantes que, procedentes de las zonas rurales de las provincias más pobres, trabajan en las grandes ciudades o en las fábricas de la industrializada costa china, por lo que sólo regresan una vez al año a casa para encontrarse con sus parientes.

Allí, y rodeados por los suyos, disfrutarán de una suculenta cena de fin de año. No en vano, la cocina china es una de las más ricas y variadas del mundo, lo que en ocasiones lleva a servir sobre la mesa algún que otro manjar que despertaría los recelos, cuando no el asco, de los paladares más flexibles. Perros, gatos, monos, serpientes y gusanos son considerados una delicia en numerosas zonas del gigante asiático, sobre todo en la provincia sureña de Guangdong. A todos ellos hay que sumar también las ratas, que se ofrecen en algunos restaurantes de ciudades como Dongguan, Fanyu, Zhaoqing o Hanhai. Debido a unas fuertes inundaciones que las obligaron a salir de sus escondrijos, el pasado verano hubo una plaga de 2.000 millones de ratas en la provincia de Hunan, por lo que muchos comerciantes hicieron el agosto vendiéndolas en los mercados de animales salvajes de Guangdong pese a los controles sanitarios del Gobierno para evitar la proliferación de epidemias como el SARS o la gripe aviar.

Al margen de dicho plato, la tradicional cena del Año Nuevo chino estará compuesta por el pescado y el pollo, para traer abundancia y buena suerte al hogar, y, sobre todo, por los dumplings, unos suculentos raviolis rellenos de carne, verdura o marisco que constituyen la comida típica de estas fiestas.
Al filo de la medianoche, los chinos se lanzarán a la calle para saludar la llegada del nuevo año con una estruendosa traca de petardos y fuegos artificiales, mientras que luego se quemará dinero de mentira en honor de los ancestros y al día siguiente se visitaran los templos para pedir a la rata lo que estos días se repite por todos los rincones del país: Gong xi fa cai (te deseo que consigas mucho dinero).

Olvidándose por un momento de las desgracias que están causando las nevadas, los habitantes del dragón rojo se disponen a saludar la llegada del Año de la Rata, de la que esperan doce meses plenos de oportunidades, prosperidad y riqueza. Y es que la rata es un animal que tiene fama por su inteligencia, tesón y ambición, por lo que los nacidos bajo su signo pueden convertirse en empresarios de éxito muy resolutivos y sagaces y con una fuerte capacidad para sobreponerse a las adversidades.
Frente a estas cualidades, en el lado negativo tienen grandes defectos como la cobardía, la debilidad e incluso la avaricia, lo que no les impide hacer gala de una deslumbrante sociabilidad y don de gentes que les granjean la amistad y la simpatía de los otros animales. Especialmente buenas, sobre todo en el terreno amoroso, son sus relaciones con dragones, monos y bueyes, pero deben evitar a toda costa a los caballos si no quieren que su pareja termine como el rosario de la aurora.

Son ratas todos aquéllos nacidos en 1996, 1984, 1972, 1960, 1948, 1936, 1924, 1912 y 1900, entre los que destacan el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el príncipe Carlos de Inglaterra, y los actores Antonio Banderas, Cameron Díaz, Samuel L. Jackson y Sean Penn. En el terreno histórico, importantes figuras como Mozart, Shakespeare, Monet o el primer presidente de Estados Unidos, George Washington, también nacieron bajo el influjo astrológico de este roedor.
La imaginación, la creatividad y la inteligencia definen la personalidad de la rata, por lo que pueden llegar a convertirse en grandes actores y avezados políticos, así como en triunfadores hombres de negocios no exentos de elevadas dosis de picardía y, en ocasiones, hasta malas artes.
Junto a este espíritu empresarial, también poseen una gran facilidad para salir de cualquier atolladero por su perspicacia y rapidez de reflejos, a la que no se ven obligados a recurrir con demasiada frecuencia debido a su carácter calculador e incluso maquiavélico.

En concreto, la rata de tierra no es tan egoísta como la de otros ascendentes, por lo que suelen ser un poco más solidarias que el resto, pero también más convencionales y, por lo tanto, ingenuas. Con gran energía y fortaleza, los nacidos bajo este signo también se dejarán llevar por su pasión por el dinero y son excelentes socios comerciales o magníficos compañeros en el hogar, pues su capacidad de observación y su agudeza mental tenderán siempre a buscar el máximo beneficio o la comodidad más absoluta.
Sin embargo, su carácter excesivamente promiscuo y su irrefrenable apetito sexual pueden llevar al fracaso al matrimonio, ya que amoldarán su moralidad a sus propias circunstancias personales y no se privarán de ningún placer con tal de satisfacer sus propios deseos.

En definitiva, que este roedor no es el animal tan sucio y repelente que todos tenemos en mente y dispone de un buen puñado de cualidades para hacer que nadie se avergüence de ser una rata. Así que a olvidarse de esos manidos prejuicios y a disfrutar de un feliz Año de la Rata.

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