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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Entrevista íntegra a Parag Khanna: “Seguiremos teniendo un mundo globalizado tras el coronavirus”

El autor de “El futuro es asiático” analiza el mundo que viene tras la pandemia del coronavirus, marcado por el auge de China frente a EE.UU. pero también multilateral

Pablo M. Díez el

El 7 de enero publicamos en ABC esta entrevista a Parag Khanna, que reproducimos aquí íntegramente, ya que la versión en papel tuvo que ser reducida por cuestiones de espacio.

Nacido en la India, educado en Emiratos Árabes Unidos, Alemania y Nueva York, y formado profesionalmente entre Estados Unidos, Europa y Asia, Parag Khanna es a sus 43 años un “hijo de la globalización” y un viajero empedernido que ha recorrido 150 países. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Georgetown y doctorado en la London School of Economics, ha trabajado para instituciones de primer orden como el Foro de Davos y Brookings y ha sido asesor de la Administración Bush en Irak y Afganistán y de Obama en el Consejo Nacional de Inteligencia. Además de asesorar a gobiernos de todos los continentes, ha escrito seis libros e innumerables ensayos en los más prestigiosos medios sobre el nuevo orden mundial del siglo XXI. Tras analizar la pérdida de la hegemonía de EE.UU. y la configuración de un planeta multipolar en la trilogía iniciada con “El segundo mundo” y concluida con “Conectografía”, ambos publicados en España, su última obra, “The future is Asian”, describe el viraje económico de Occidente a Oriente no solo por el auge de China, sino de los demás países de esta vibrante región. Con una camiseta del Barcelona, en cuya academia de Singapur estudia su hijo, Parag Khanna atiende a ABC por videconferencia desde su casa a orillas del Estrecho de Malaca, una de las más transitadas rutas marítimas de la globalización desde el siglo XV.

Parag Khanna, en el Foro Fortune 500 Global. ABC

– Con la esperanza de que las vacunas puedan devolvernos la normalidad, acabamos de empezar un nuevo año en medio de la peor pandemia en un siglo. ¿Va a cambiar el coronavirus el mundo globalizado que teníamos? ¿Habrá “desacoplamiento” entre Occidente y China?

– Seguiremos teniendo un mundo globalizado tras el coronavirus. Pero el modo y los niveles en que el mundo está globalizado siempre cambian. Muchos hablan de la globalización como si fuera todo o nada. Escuchas a algunos decir que esto es el fin de la globalización o que la globalización está volviendo atrás, pero no es verdad. La globalización actual es el resultado de actividades regionales o sectoriales que ni siquiera existían hace quince años, por ejemplo en términos de volumen, densidad o riqueza de las redes de satélites o de fibra óptica y de cables de internet con transferencia de datos, telecomunicaciones, pagos por móvil o aplicaciones de trabajo. Hace quince años, no había plataformas como las de ahora donde cientos de millones de personas trabajan en internet, por ejemplo en una compañía de videojuegos de Japón que tiene programadores que operan remotamente desde Kenia o Sudáfrica. Eso también es globalización. Hay aspectos de la globalización que están acelerándose hoy que no existían hace una década. Y, hace diez años, algunos ya decían que era el fin de la globalización por la crisis financiera. Para mí, es ridículo cuando la gente habla de la globalización en un solo aspecto. Si nos retrotraemos a después de 2008, muchos decían que era el declive de los préstamos interbancarios. La preocupación sobre la globalización después de 2008 era que los préstamos interbancarios se habían desplomado por la falta de liquidez a la que se enfrentaban los bancos americanos después de la crisis de las hipotecas. Ahora, la mayoría de los préstamos interbancarios del mundo son en Europa. Pero, entonces, algunos clamaban que los préstamos interbancarios en Europa se habían contraído y, por lo tanto, la globalización había muerto, lo que es ridículo. De hecho, ahora tenemos más cadenas globales de suministros que antes, más conectividad digital que nunca, hay virus que se pueden propagar instantáneamente a todo el planeta, ciberataques contra gobiernos, compañías y ciudadanos de una esquina a otra del mundo… Hay muchas áreas de la globalización que crecerán enormemente. Por ejemplo, los datos globales, las transferencias y, lo que es más importante, los mercados de capital. China está liberalizando sus cuentas de capital y quiere ampliar la proporción de propiedad extranjera en su mercado de valores, en sus fondos soberanos, en su mercado de crédito y de bonos… del 2 al 5 por ciento o puede que del 5 al 10 por ciento… Eso son billones y billones de dólares. Cuando escucho a algunos en América o Inglaterra pronosticando el fin de la globalización, les pregunto cómo puede ser posible si sus ahorros para la jubilación son invertidos en China. Tu pensión de jubilación en España está siendo invertida en China. Las pensiones de jubilación de mis padres en América están en fondos de inversión en China, Japón o Corea del Sur y en dos años irán a la India y luego a Indonesia. Es ridículo cuando se generaliza la globalización basándose en una sola variable. Hay que mirar por ejemplo las migraciones. Si 2008 era el fin de la globalización, ¿cómo es posible que en 2019 hubiera 1.500 millones de personas cruzando fronteras: turistas, estudiantes, viajeros de negocios… más que nunca en la historia humana? La globalización siempre se expande en muchas formas y es posible gracias a la conectividad. Mientras más invirtamos en conectividad, más potencial tendremos de alta globalización. Uno de los comentarios más pesimistas sobre la globalización es que el ritmo de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) es más rápido que el del comercio. ¿Quién ha dicho que eso sea un indicador correcto? Ese es un indicador muy tonto. Si tienes una población enorme como la de la India, Indonesia o Vietnam, puedes aumentar su PIB simplemente educando a la gente, proporcionando atención médica, construyendo casas, carreteras… Puedes hacer todas estas cosas domésticas para incrementar el PIB de estos países. Pero es ridículo vincular esto al declive de la globalización porque, después de todo, estos países se volverán más ricos e importarán y exportarán más. Vincular cosas que no están relacionadas es un error muy común cuando se mira la globalización con cinismo.

– La crisis financiera de 2008 impulsó el auge de China y el declive de Occidente, o al menos ayudó a nivelarlos. ¿Hará lo mismo el coronavirus? De hecho, ya hay estudios que predicen que el PIB de China superará al de EE.UU. en 2028, antes de lo previsto. ¿Pero qué hay del PIB per cápita? ¿Cuánto tardará?

– El PIB per cápita está subiendo en China porque la economía está creciendo y se está reduciendo la pobreza. Al mismo tiempo, hay muchos países en los que la pobreza está aumentando por el Covid-19. Pero China seguirá reduciendo la pobreza y aumentando los ingresos, moviendo población y elevando los ingresos per cápita. Al margen de eso, no creo que la fecha en que China se convierta en una economía mayor que EE.UU. en términos nominales sea importante. Es completamente irrelevante por muchas razones. Primero, porque la población de China es tan grande que es inevitable que eso ocurra. En términos de paridad de poder adquisitivo, la economía de China viene siendo mayor que la de EE.UU. desde hace seis años. Algunos bancos dicen que China superará a EE.UU. en 2039, 2035 y, ahora, 2028. Y la respuesta correcta es que lo hizo en 2014, porque hay que pensar en la composición de la economía china, que depende en gran medida de las exportaciones, pero menos que hace diez años. Ahora, la economía china se basa en artículos fabricados en China por trabajadores chinos para consumidores chinos en precios chinos. Es ridículo medirlo en dólares. En general, lo hacemos no solo por tener una medida general, sino porque las importaciones se cuantifican en dólares. La mayor importación de cada país suele ser combustible, petróleo y gas. Pero las importaciones de petróleo y gas están disminuyendo en China y otros países porque ya hemos pasado el pico de su demanda. Ese es otro motivo por el que no tiene mucho sentido medir la economía china en dólares estadounidenses. Lo importante es, de nuevo, la paridad de poder adquisitivo, lo que puedes conseguir en tu vida normal, qué cosas puedes comprar, de qué servicios públicos dispones y cuánto cuestan. Hay que incluir también factores ecológicos. Si miras al Índice de Desarrollo Sostenible, no incluye a Noruega, Canadá, Alemania o Luxemburgo como los más ricos del mundo, sino a los que tienen una vida digna con un mínimo impacto medioambiental. Los países en cabeza son Costa Rica, Cuba, Vietnam, Sri Lanka… Si China se convierte en algo parecido a América o Inglaterra, no quedará nada del planeta Tierra. No creo que podamos tener una comparación numérica lineal que sea importante. El propósito de China no es tener unos ingresos per cápita de 60.000 dólares, al menos no con el modelo medioambiental actual. Lo importante es la calidad de vida. Un indio medio vive en una sociedad técnicamente más libre que un chino medio, pero la capacidad del indio de tener una vida digna es solo una fracción de la del chino. La calidad de vida de un chino es más alta incluso aunque tenga menos libertad política.

“The future is Asian”, último libro de Parag Khanna. ABC

– Hablando de la India, su país natal, ¿alcanzará algún día a China?

La India nunca se equiparará a China. Estos son los debates que se tienen cuando el mundo se reduce a números. La India tendrá más población que China en cinco o diez años. ¿Pero será la India tan importante como China en términos geopolíticos o económicos? Por supuesto que no. ¿Será la India el primer socio comercial de 130 países? Por supuesto que no. ¿Tendrá la India un Ejército que llegue a todo el mundo? Por supuesto que no. ¿Será tan relevante en el mundo o tendrá un asiento permanente en el Consejo de Seguridad? Por supuesto que no. Creo que la India tiene que centrarse en ser una India mejor. Su agua subterránea se está acabando y la gente se muere de sed. Hay sequías terribles, olas de calor, campesinos que se suicidan, tensiones étnicas y culturales muy profundas… India tiene que centrarse en la India y, con suerte, atraerá la inversión que ha logrado China y sus infraestructuras. Solo así podrá ser un país tan innovador y su población tendrá acceso a móviles y tecnología… Y todo eso será intrínsecamente bueno para la India, sin importar si es tan importante como China o si se equipara, porque, de todos modos, nunca lo conseguirá.

– ¿Cambiará Biden la política de EE.UU. con China? ¿Podrá formar un “bloque democrático” para enfrentarse a China en asuntos como Xinjiang, Hong Kong y la creciente represión bajo el presidente Xi Jinping?

– Soy muy escéptico sobre esto. No creo que EE.UU. tenga una política con China, sino que ha estado siempre reaccionando. Si hay una política hacia China, no ha tenido éxito. La política era atajar el déficit comercial, pero este ha crecido. Creo que la Administración Biden será también reactiva. Recuerden que la Administración Trump intentó con ahínco unir a otros países, como Japón, India, Australia, Vietnam e Indonesia, apoyando a sus armadas para que se defendieran por sí mismos en el mar del Sur de China. Eso se considera una “política buena” y Biden la continuará. Presionar a China en otros asuntos, como la apertura de su mercado, la protección intelectual y el fin de los subsidios estatales, son problemas que perduran desde que se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) hace veinte años. Europa ha sido más efectiva en este aspecto que EE.UU., ya que acaba de firmar un tratado de inversión con China y va a presionar por sus intereses económicos sin importarle si Biden se suma o no. Habrá que ver si Biden tiene algo que ofrecer pero, por ejemplo, ya ha dicho que no se unirá al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), por lo que los demás países seguirán sin confiar en Washington. Como ha habido oposición tanto de demócratas como de republicanos, no será una prioridad. Además, Biden ha prometido que no firmará acuerdos comerciales a menos que beneficien a los trabajadores estadounidenses. Pero, si las compañías americanas saben que Biden no se unirá al TPP, se externalizarán todavía más en Asia, operando como “joint-ventures” para tener mejor acceso a sus mercados. Las empresas americanas se globalizarán incluso aunque su gobierno no apoye la globalización. América no habla con una sola voz: está la opinión del Gobierno, de la empresas y de la sociedad. Y, por desgracia, no suelen estar alineadas. Para responder a esta cuestión hay que ser más materialista y no ideológico. Ahora mismo escuchamos propuestas ideológicas como tener una “conferencia de democracias”, pero no propuestas pragmáticas. Y aquí en Asia es todo más material, es sobre la economía, el comercio, la inversión… No es si sobre si estamos de acuerdo o tenemos una cultura común. No tenemos una cultura común entre los países asiáticos y no tenemos una cultura común con América. ¿Por qué hablan de democracia cuando muchos de los países en esta región no son democracias, como Vietnam, o son democracias fallidas, como Filipinas o la India? El hecho de que el equipo de Biden haya avanzado que una de sus primeras iniciativas será crear una “liga de democracias” es muy torpe y probablemente sea una de las últimas prioridades, pero la han anunciado de las primeras. Honestamente, creo que ha sido patético.

– ¿Le dará eso espacio a China para ser todavía más influyente?

– Sí, pero, en términos comerciales, EE.UU. ya no es el actor con más influencia. Norteamérica ya solo representa el 14 por ciento del comercio global porque tiene una autosuficiencia mayor. Pero China comercia más porque lo necesita. Europa hace lo mismo. China se ha vuelto más influyente en el comercio, en su volumen y en sus categorías, porque depende más de ello. Pero la cuestión es quién hace las reglas del comercio. Y ahí es donde Europa es más importante que América.

– China también ha formado con otros 14 países de Asia-Pacífico la Asociación Económica Regional Integral (RCEP), el mayor bloque comercial del mundo. ¿Emerge Pekín como el gran ganador de la pandemia frente a Occidente, hundido por el coronavirus?

– Para China, ha sido beneficioso promover la ratificación del RCEP. Es una especie de “win-win” (“todos ganan”). Tras la crisis asiática de 1997, China redujo aranceles a los países afectados. En los dos últimos años, también ha rebajado tarifas aduaneras a los países de las Nuevas Rutas de la Seda (“Una Franja, Una Ruta”). Este es el tercer paso en ese proceso de bajar aranceles a los países que tienen gran dependencia del comercio con China. China se beneficia y las otras naciones también. Y, si no confías en Pekín, puedes producir tus artículos en Vietnam, Tailandia o Filipinas, y luego exportarlos a China con menos obstáculos. Tenemos que ver cómo resulta. Puede que China viole el acuerdo y continúe con sus exportaciones mientras impone restricciones en su mercado… Veremos. Pero estos países también han aprendido que pueden imponer ciertas restricciones a China y limitar la inversión extranjera en sectores críticos, como tecnología, finanzas, infraestructura, servicios públicos… Aquí no hablamos de comercio, sino de inversión, y habrá que comprobar el entorno regulador de cada Estado. Pero el comercio de China con el Sudeste Asiático ha sido mayor que con EE.UU. antes de la pandemia, e incluso antes de la firma de este acuerdo. China tendrá ahora más influencia en Asia no solo por este tratado, sino también por el comercio creciente en la región, que data de 1998, y por las “Nuevas Rutas de la Seda”. No es algo nuevo.

– ¿Solucionará el comercio los graves enfrentamientos que China tiene con otros países de ese tratado, como Australia, Japón o Vietnam?

– En general, Asia ha conseguido la convergencia geoeconómica con el comercio, la tecnología y las inversiones, reduciendo las fricciones geopolíticas. Convergencias geoeconómicas y estabilidad geopolítica han sido la fórmula de los últimos 30 años, desde el derrumbe de la Unión Soviética. La cuestión es si se puede mantener esa tendencia. Hay indicadores en ambas direcciones. En la parte positiva, tenemos este acuerdo comercial y el acercamiento entre China, Japón y Corea del Sur. Pero también hay ejemplos muy pesimistas, como la tensión de China con Taiwán, India y Australia. Este es el equilibrio que hay que analizar. ¿Cuál es la amenaza más seria y si lo positivo supera a lo negativo? Pero hay que separar estos asuntos. Si las relaciones de China con Australia son malas, eso no significa que Asia sea inestable. Si hay una guerra con Taiwán, eso no significa que toda Asia se desestabilice. Si hay una guerra entre las dos Coreas, eso no significa que toda Asia se venga abajo. Hay que separar todo esto porque en Europa se piensa que todo está conectado, como en la Primera Guerra Mundial. Pero Asia es diferente. Aquí puedes tener cuatro guerras pequeñas, pero muy localizadas, y no alterarán toda la historia. Es más, todos estos conflictos se solucionarán en el futuro, de forma pacífica o violenta. Un día, el próximo año o la próxima década, Taiwán será un país plenamente independiente o una provincia de China. Y puede que haya una guerra o no. Pero ese día acabará el conflicto y la globalización continuará. Lo mismo ha ocurrido con Europa, donde ha habido guerras y ahora hay unidad. Asia nunca se unirá, pero sí será pacífica. Europa solo se ha pacificado porque fue violenta y solucionó sus conflictos. El conflicto de Corea del Norte se puede resolver de forma pacifica, pero el de Taiwán puede que no. La situación entre China y la India puede que no se resuelva de forma pacífica. Pero no creo que ninguna de estas crisis mine la historia de Asia, ya que son parte de ella.

– A los frentes de China con Taiwán y la India también se suma Vietnam. ¿Pueden explotar todos juntos? Eso le vendría muy bien a EE.UU., ¿no?

China tiene muchos frentes abiertos en Asia. Cuando voy a Pekín, advierto a los funcionarios, académicos y periodistas: ¿Queréis tener una guerra con 14 frentes? Porque, a veces, eso es lo que parece que quiere China. En realidad, no es lo que EE.UU. desee o no. La Casa Blanca no tiene que decirle a Vietnam, Japón y otros países de Asia que no se fíen de China. Eso ya lo saben ellos, pero EE.UU. es el último en darse cuenta. La clave es si Washington apoya o no a esos países. El papel de EE.UU. es muy importante cuando se trata de estabilizar las relaciones entre Japón y Corea del Sur o de respaldar la presencia militar de este país y de Australia. La política americana está apoyando iniciativas muy positivas y correctas bajo mi punto de vista, creando una Asia estable y multipolar. ¿Pero de quién es la idea? Es importante recordar que tener una Asia multipolar y estable no es un idea americana, sino asiática. El Indopacífico es una idea de Japón y de la India, y ambos países han trabajado muy duro para presionar a EE.UU. en que no lo haga todo solo para contrarrestar a China. En la Administración previa, se hablaba del mundo G-2, EE.UU. y China, y no importaba ningún otro país. Ahora son conscientes de que eso no es así y tienen que trabajar con Japón, con la India, con Europa… Ya no hay un mundo G-2. Es una idea americana, muy estúpida y equivocada. La idea del equilibrio, en el que hay un papel para las potencias secundarias, viene de Europa y de Asia.

“El segundo mundo”, publicado en España. ABC

– La imagen de China ha quedado muy dañada por la pandemia, pero el presidente Xi Jinping sigue endureciendo su diplomacia con los “lobos guerreros”. ¿Estamos ya en una “Nueva Guerra Fría”?

– Creo que la terminología de la “Nueva Guerra Fría” es tan mala como la del G-2. No es un marco útil porque el mundo es muy distinto al de la “Guerra Fría”. No vivimos en un planeta en el que los países tengan que escoger bandos. En el Sudeste Asiático no quieren elegir bandos, quieren construir sus propios líderes. En la India no quieren elegir bandos, quieren ser actores. Lo mismo en Japón y Europa. La mayor parte del mundo no está escogiendo un bando. ¿Cómo puede haber una “Nueva Guerra Fría” entonces? Una vez más, es un término inventado en Washington pero que no se corresponde con la realidad. Lo importante es mirar a las otras coaliciones, al acuerdo de infraestructuras entre la Unión Europea y Japón, al comercio de Australia con este país y la India para diversificar sus exportaciones a China, al traslado de las cadenas de producción de la “fábrica global” al Sudeste Asiático… Mientras más se diversifique dicha cadena, en manufacturas e inversión, menos dependerán otros países de China, que no es el único mercado ni el único centro de producción. Esta tendencia está ocurriendo ya. Japón empezó a diversificar sus cadenas de producción de China al Sudeste Asiático en 2010, con motivo de las tensiones territoriales sobre las islas Senkaku. Empezó hace diez años y no tuvo nada que ver con Trump, ni con la guerra comercial ni con la pandemia. Se basó solo en sus propios intereses. Por su parte, la UE tiene acuerdos de libre comercio con Corea del Sur, Japón, Singapur, Vietnam y está negociando con la India y con el Sudeste Asiático. EE.UU. no quería que los países europeos se unieran al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras ni a las “Nuevas Rutas de la Seda”, pero lo hicieron basándose en sus propios intereses porque Europa comercia más con China y es bueno para ellos. Todos estos son ejemplos de una Asia multipolar, como se aprecia en el concepto del Indopacífico, que es indio y japonés. Estoy contento de que EE.UU. haya adoptado el término. Es un sinónimo de la Asia marítima, que es multipolar. Todos los países están construyendo una presencia naval para mantener abierto y libre el Indopacífico. Creo que tendrán éxito y que el Indopacífico, el mar del Sur de China, el océano Indico y el Pacífico seguirán siendo aguas multipolares. Funcionará y no hay nada que China pueda hacer frente al resto del mundo. No estoy preocupado por la multipolaridad marítima, pero sí por la multipolaridad territorial en Asia Central y el Sudeste Asiático.

Por otra parte, la diplomacia de los “lobos guerreros” empezó antes de la pandemia, es parte del nacionalismo de Xi Jinping para mantener el apoyo de la gente y no parecer débil. La mayor parte de esta diplomacia es para consumo interno. Pensar que es para el extranjero es no interpretar bien a estos países porque crearía una reacción muy negativa. En realidad, los países no temen a China y tienen más confianza en su resistencia. Este lenguaje es típico de los imperios, que subestiman a su oposición y se consideran a sí mismos víctimas. Ha ocurrido antes con EE.UU. y con el imperio británico también. Creo que es Pekín el que le ha hecho un daño permanente a la confianza en China. Hay cero confianza en China desde hace mucho tiempo. Y no es por Trump ni por la guerra comercial ni no por la pandemia… ¡Es por la historia! Cada asiático conoce su historia. China no es el tipo de país del que te fías, sino con el que haces negocios. Son dos cosas diferentes. Ningún país de Asia confiará en China. Si dependes de China, la cuestión es que puedas reducir ese vínculo y sacar algo positivo. Puedes conseguir equipos baratos de Huawei, que no es necesariamente malo. Muchos países en el mundo quieren tener internet 5G rápido, bueno y barato, y no les importa si sus secretos son robados porque no son importantes. No hay secretos importantes en Laos, Tailandia o Birmania, pero hay cientos de millones de personas para los que sería genial tener un 5G mejor. Puede haber sospechas de China, pero también beneficios. Así es cómo piensan los asiáticos.

– Al mismo tiempo, China quiere ser más independiente en alta tecnología, sobre todo en los chips y semiconductores.

Los semiconductores son el objetivo último de China, que ya fabrica sus coches, paneles solares, bienes industriales, productos químicos e incluso sus propios aviones. China ha estado comprando fabricantes de chips y fundiciones y EE.UU. le ha intentado cortar su acceso a la Compañía de Manufacturas de Semiconductores de Taiwán (TSNC), una de las más importantes del mundo, para que esta construya su nueva planta en su país. Pero China ha establecido su política para desarrollar sus propios chips. La empresa de móviles y electrodomésticos Xioami ya usa los suyos y puede que todavía no sean tan buenos como los de Samsung, Intel y Oracle, pero lo serán finalmente. Es solo cuestión de tiempo. La autosuficiencia es parte de la política industrial de China desde hace más de veinte años. La cuestión es si habrá una guerra o no con Taiwán por los semiconductores. He diseñado un escenario en el que ese es el detonante de una invasión de Taiwán por parte de China, pero imagino que no será necesario porque se pueden robar secretos industriales, construir mejores fundiciones o formar a mejores científicos.

– En los últimos tiempos, ha aumentado el “ruido de sables” de China contra Taiwán. ¿Se atrevería Pekín a invadir la isla como hizo Rusia con Crimea?

– Es posible, pero son dos escenarios distintos. El nivel de preparación de Taiwán para defenderse es muy pobre. Militarmente, habría más una resistencia civil y eso sería muy feo para ambas partes. Además, rompería el papel central de Taiwán en las cadenas globales de valor, que puede cambiar muy rápidamente. Uno de los principales rasgos de esta globalización que las inversiones son fungibles, pueden moverse de un lugar a otro muy rápidamente. Si no quieres fabricar tus coches o móviles en China, te puedes llevar la producción a Vietnam en seis meses. Las empresas no pensaban así cuando planeaban sus inversiones hace 40 años, ya que se consideraban activos fijos y para décadas. Como el coste de todo se ha hecho más y más barato, puedes mover tus manufacturas y tu cadena de valor rápidamente.

– Hubo un momento en que se pensaba que la apertura económica de China traería la democracia, pero está pasando justo lo contrario y Xi Jinping es el líder más autoritario desde Mao. ¿Qué debería hacer Occidente ahora?

Europa toma una aproximación legalista con China, legislativa, no necesariamente ideológica, como EE.UU. Cuando empecé a viajar por países en vías de desarrollo a principios de 2000, me di cuenta de que las instituciones europeas promocionan el imperio de la ley a través de asistencia técnica, por ejemplo formando jueces, policías, funcionarios, partidos políticos… Para mí, la UE actúa mientras que EE.UU. habla. Hablar de democracia no crea democracia. Preparas a la gente para la democracia o no. Por ejemplo, el Reino Unido es suave con China, pero le da pasaportes a los ciudadanos de Hong Kong. Este es el contexto también del acuerdo de inversión de la UE con China, que nunca hasta ahora se había comprometido a respetar principios medioambientales o a mejorar sus condiciones laborales… Si no hubiera hecho estas promesas, no habría logrado dicho acuerdo. Ahora, lo ha prometido por escrito y es un éxito legal para Europa. Es una buena postura porque no se pueden cambiar sociedades solo con sanciones, como se ve con Rusia, Siria, Irán, Cuba, Corea del Norte, Birmania… Hay muchos ejemplos embarazosos de que las sanciones no cambian los sistemas políticos. Solo cambias los sistemas mediante la inversión. Tienes que estar dentro del sistema y en el país. Tienes que ir a China y pagar sueldos más altos. Si haces esto, tu competidor chino también lo hará. Pero si nunca inviertes en China y solo redactas informes donde pides que se suban los salarios en China, no lo harán. Los cambios solo vienen de la implicación y la inversión. No es un sueño liberal, es un hecho material. Apoyo firmemente la postura europea, ya sea con China o con otros países. No me importa si Merkel no le lee la cartilla a China sobre democracia. Como bien sabemos, no haces amigos en Pekín con reprimendas públicas, sino con conversaciones privadas. Si no sabes eso, no sabes nada de China.

“Conectografía”, con el que cierra su trilogía sobre el mundo multilateral del siglo XXI. ABC

– Pero la represión se ha vuelto mucho peor y están ocurriendo barbaridades como el confinamiento de uigures en campos de reeducación en Xinjiang sin haber cometido ningún delito, solo por ser musulmanes.

– En 2006 pasé meses viajando por Xinjiang y Tíbet. Informé sobre las violaciones de derechos humanos y la vigilancia estatal. Lo encuentro trágico, represor y genocida. Pero es importante que no nos despertemos hoy porque no es algo nuevo. Y, lo repito, las sanciones no funcionan, no cambian nada. Hay una legislación estadounidense que prohíbe hacer negocios con las empresas matrices de quienes construyen campos de reeducación en China… ¡Venga ya! Eso es solo una declaración, solo un papel, eso no va a cambiar lo que ocurre dentro de China. A menos que estés dispuesto a armar a los uigures rebeldes, o a convencer a otros países de que recluten fuerzas especiales para matar a soldados del Ejército chino, no vas a cambiar la realidad que llevo viendo desde hace 15 años. Por supuesto que es terrible, pero no creo que el simbolismo sea la postura adecuada. Y eso que ahora la situación es mucho peor porque estamos cerca de la partida final. Recuerdo que, en 1995 y 1996, “The Economist” todavía seguía pronosticando que China podía romperse por la independencia de Tíbet y Xinjiang. Con eso, solo consiguió motivar a Pekín para reforzarse y asegurarse de que el separatismo no iba a vencer. Esto viene ocurriendo desde hace 2.000 años.

– ¿Hay riesgo de que el autoritarismo chino influya a otros países en vías de desarrollo, o incluso a naciones avanzadas, por su éxito económico y su control de la pandemia?

– La gente viene hablando del “modelo chino” desde hace quince años, pero no hay tal modelo fuera de China. A nadie le gusta China. Puedes querer trenes chinos de alta velocidad, 5G chino, inteligencia artificial china, pero no quieres tener un Gobierno como el chino. Mientras más china se hace China, menos quieren los demás ser como ellos. Nadie quiere el sistema político americano tampoco. Todo el mundo quiere Silicon Valley, Google, Wall Street, pero nadie quiere Washington. No hay realmente un modelo chino para los demás, sino lo que es útil de ese país para ti. Y así es como la gente mira a China. Europa no aspira a ser como China. Es China la que aspira a ser como Europa. Europa tiene sostenibilidad, un alto nivel de vida, trabajadores cualificados, asistencia médica universal, educación gratuita, buenas infraestructuras, Estado del bienestar… China tiene un objetivo simple: ser una versión gigantesca de Alemania. El flujo de ideas, innovación, conocimiento y política todavía va de Occidente a Oriente, no al revés. Por todas estas razones, los europeos deberían tener más confianza en sí mismos. Pero les falta esa confianza. Veremos cómo funcionan las cosas con el acuerdo de inversión con China y con la estrategia del Indopacífico, a la que se quieren unir algunos países como Alemania, Francia y el Reino Unido. Eso puede reforzar su confianza.

– Entonces, ¿por qué está siendo la pandemia en Occidente mucho más grave que en Oriente?

– Por la falta de confianza en los gobiernos y la insuficiente independencia de la Administración pública. Para mí, la Administración pública es aburrida, pero es más importante que la democracia. Singapur no tiene una democracia al estilo occidental, pero tiene la mejor administración pública del mundo. Por eso puedo ir a la playa cada día. Todo el mundo confía en la administración pública. Y no es una invención de Asia. Algunos dicen que es una invención de China, pero no como la conocemos hoy. La administración pública ha sido muy fuerte en Europa, especialmente en las décadas de la posguerra, pero su declive y debilitamiento debido a la falta de apoyo político y fiscal ha sido un error. No culpo a la democracia y no apoyo el autoritarismo, simplemente responsabilizo al debilitamiento del apoyo a una administración independiente. En vez de hablar de democracia frente a autoritarismo, del modelo americano frente al modelo chino, debemos responder de forma muy simple y aburrida: restauremos los recursos de la administración pública y se solucionarán los problemas.

– ¿Cuál es el país con mayor potencial de Asia?

– Los países que más van a mejorar su nivel de vida son Vietnam, Tailandia e Indonesia. Puede que Bangladés crezca más, pero no existirá dentro de varias décadas por el cambio climático. Hay que pensar también en estos factores ecológicos, no solo en la economía. Por ejemplo, mucha gente piensa que Japón ya no tiene potencial y que es el fin de su historia por su pérdida de población, pero lo cierto es que tiene una buena ubicación climática, infraestructuras de primera, altos ahorros, economía masiva, innovación y puede absorber más gente. Por su geografía, Japón será boyante en 2050. Los que no sé es cuántos japoneses habrá allí frente a los “refugiados del clima” procedentes de China y del resto del mundo. Puede que tú y yo vivamos allí como jubilados.

– ¿Volvería a trabajar para el Gobierno de EE.UU.?

– No tengo ningún interés en volver a la administración. Serví en el Departamento de Defensa con Bush y me marché tras el primer mandato de Obama. La vida en Asia es mejor y más interesante. Estoy interesado en la política global, no de un solo país… Me interesa más la política que el politiqueo.

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