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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Viaje a la “Tierra Media”

En la remota Nueva Zelanda, llegamos hasta los espectaculares paisajes de “El señor de los anillos”, como el Monte Sunday que la magia del cine convirtió en Edoras

Pablo M. Díez el
En medio de un parque natural, encajonado entre imponentes montañas y bosques de hayas, se alza el monte Sunday, una colina donde se construyó la ciudad de Edoras

Elfos, “hobbits”, magos, orcos y dragones, pero también idílicas praderas, montañas y gargantas sobrecogedoras, bosques animados y ríos majestuosos. Con sus espectaculares efectos especiales y paisajes de ensueño, las sagas de “El señor de los anillos” y “El Hobbit” no solo recrearon en el cine la monumental obra literaria de Tolkien, sino que crearon un mundo mágico como no se había visto antes en la gran pantalla. Despojada de los trucos propios de la sala de montaje, el universo de la Tierra Media existe y se puede visitar… siempre y cuando uno esté dispuesto a recorrer la mitad de este otro planeta real en el que vivimos para llegar a las antípodas de España.

En Nueva Zelanda, sus dos islas principales fueron el decorado natural donde Peter Jackson rodó su doble trilogía, mucho mejor la primera que la segunda. Con ellas, el visionario director le dio a su país un aluvión de Oscars y se erigió en su mejor embajador. Desde el estreno de la primera película en 2001, decenas de miles de turistas y admiradores de “El señor de los anillos” viajan cada año hasta Nueva Zelanda para ver alguno de sus escenarios.

Para llegar hasta el monte Sunday hay que atravesar accidentados caminos de tierra y riachuelos de agua cristalina en un todoterreno de seis ruedas

Divididas entre la Isla Norte y la Isla Sur, se pueden visitar hasta 150 localizaciones de las películas. En la primera, la más popular es la Comarca de los “hobbits” en Waikato, donde se conservan sus cabañas construidas en cuevas, el bar “El dragón verde” y el árbol de las fiestas. En la Isla Norte también destaca el monte Doom de Mordor en el pico de Ngauruhoe. Entre los volcanes de la altiplanicie de Ruapehu, los visitantes pueden emular a Frodo y Sam arrojando un anillo al cráter o atravesar los 20 kilómetros de montaña alpina en el Paso de Tongariro.

Aunque el viajero no se encuentra al final del río Anduin los dos gigantescos argonautas de la primera película, añadidos digitalmente, la garganta de Kawaru es uno de los destinos más imponentes de Queenstown, en la Isla Sur. También aquí, pero en la vecina región de Canterbury, se alza el monte Sunday, una colina que el talento de Jackson y la magia del séptimo arte transformaron en Edoras, la capital del reino de Rohan.

Los turistas y admiradores de los libros y películas de “El señor de los anillos” se fotografían con réplicas de sus espadas

A unas tres horas y media de Christchurch, la mayor ciudad de la isla, este montículo se enclava en medio del parque de Hakatere, alrededor de los lagos de Ashburton y entre los ríos Rakaia y Rangitata. Por 250 dólares neozelandeses (143 euros), la agencia de viajes Hassle Free Tours ofrece visitas de un día con un todoterreno especial de seis ruedas para atravesar riachuelos de aguas cristalinas y accidentados caminos plagados de matorrales entre bosques de hayas. Bajo el azul intenso que resplandece en el cielo, su frondosidad contrasta con el ocre de la tierra quemada por el sol, encajonada entre montañas que lucen nevadas en el invierno austral, el verano del hemisferio norte.

Nueva Zelanda existe por una serie de catástrofes naturales, como terremotos y erupciones volcánicas, que ocurrieron hace millones de años y configuraron esta geografía tan especial y variada”, explica Michael Clark, el simpático guía del grupo. Como la mayoría de sus compatriotas, este joven se muestra campechano mientras desgrana con todo lujo de detalles la economía ganadera de la zona y desvela un sinfín de anécdotas del rodaje de “El señor de los anillos”.

Los jóvenes franceses Fabien Tonnerre y Cédric Barban, aficionados a “El señor de los anillos”, se retratan con la bandera de Rohan en el monte Sunday, Edoras en la película

Aunque el monte Sunday no es más que un montículo pelado, se construyó un decorado que, ampliado digitalmente, parecía una enorme ciudad medieval que coronaba la cima de una montaña. Superada la sorpresa inicial, pues ya no queda nada porque todos los escenarios fueron desmontados, la panorámica corta la respiración por sí misma mientras los ojos se pierden entre los blancos picos que cierran el valle. “Con miles de personas, entre los que había soldados del Ejército para las escenas de las batallas, el equipo de rodaje se aisló aquí y no se permitía que entrara nadie de fuera para no desvelar sus secretos”, cuenta Michael a la docena de visitantes que conforman cada grupo diariamente.

Entre ellos hay turistas atraídos por la belleza de estos parajes naturales y admiradores de los libros y las películas como los jóvenes franceses Fabien Tonnerre y Cédric Barban. El primero geógrafo y el otro electricista, la pasada primavera estaban recorriendo Nueva Zelanda para visitar sus escenarios. “Nos hemos tomado un año sabático para ver mundo y mejorar nuestro inglés”, contaban entre risas mientras se hacían fotos con las espadas réplicas de la película y la bandera con el caballo de Rohan que la agencia Hassle Free ofrece a sus clientes. Una oportunidad de sentirnos como el héroe Aragorn mientras el viento sopla de cara sobre Edoras… perdón, sobre el monte Sunday. Al otro lado del planeta, aguarda el mundo mágico de la Tierra Media en Nueva Zelanda.

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