Pablo M. Díez el 05 ene, 2012 En China, lo que no engorda mata. Eso es lo que le ha ocurrido a un rico empresario de Cantón (Guangdong), que falleció el pasado 23 de diciembre tras una indigestión de gato. Sí, sí, como lo han leído: gato. Y no porque se lo dieran por liebre, sino porque era lo que había pedido. En esta próspera región del sur de China fronteriza con Hong Kong, los cantoneses alardean de echarse al buche todo lo que vuela menos los aviones, todo lo que tiene patas menos las mesas y todo lo que sale del mar menos los barcos. Un suculento plato de gatos, a punto de ser hervido en la cazuela Con tan fino paladar, el millonario Long Liyuan celebró un almuerzo de trabajo con un par de socios. Al amparo del crecimiento económico de China, se había enriquecido a sus 49 años gracias a los negocios de su compañía forestal, ya que se dedicaba a alquilar terrenos naturales al Gobierno que luego convertía en cámpings o parques turísticos. Según informan estos días los medios chinos, en dichos negocios participaba Huang Guang, un funcionario de bosques del gobierno local de Bajia que asistió a la fatídica comida y ha sido detenido por, presuntamente, envenenar el “hot pot” de gato que se zampó el millonario Long. Dicho plato es una especie de “fondue” que consiste en una olla con agua hirviendo donde se cuecen todo tipo de verduras y carnes, entre ellas las de los felinos. A cambio de grandes sumas de dinero, el funcionario Huang estaba ayudando al empresario Long en sus negocios, pero parece que el primero exigía más sobres de la cuenta o que el segundo le había amenazado con denunciarlo por corrupto. Sea como fuere, la Policía sospecha que el asesino echó unas hierbas venenosas en el “hot pot” de gato y luego, quizás para disimular, incluso comió un poco de él junto a la víctima, pero no lo suficiente como para caer intoxicado. De hecho, los tres comensales se extrañaron del amargo sabor que tenía el minino ese día – que no estaba tan delicioso como de costumbre – y alguien incluso bromeó con que el guisote podía estar envenenado. Teniendo en cuenta los enormes problemas de salud alimentaria y las frecuentes intoxicaciones que hay en China, la primera reacción de la Policía fue detener al dueño del restaurante por servir gato en mal estado. Pero luego, atando cabos y pensando en la suculenta recompensa que ofrecía la familia del finado, los agentes se pusieron a investigar en serio y acabaron arrestando al funcionario Huang. ¿Mató éste al empresario con un “hot pot” envenenado de gato? Ese es el último misterio criminal que mantiene estos días en vilo a China, un país de rica y exótica gastronomía donde lo que no mata engorda. Y viceversa. Otros temas Tags asesinatocantoncomidacorrupcioncrimengastronomiagatoshot pot Comentarios Pablo M. Díez el 05 ene, 2012
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