Pablo M. Díez el 04 sep, 2007 Es probable que la sangre azul del Príncipe Tomohito de Japón, primo del Emperador Akihito, haya desteñido a sus 61 años porque, según ha reconocido recientemente al semanario Aera, lleva bebiendo desde los 15. Aunque Tomohito empezó a empinar el codo un lustro antes de lo que permite la ley en el imperio del Sol Naciente, su alcoholismo no fue diagnosticado hasta los treinta años. En ese momento, su adicción era tan fuerte que, según admitió, me temblaban las manos y no podía sostener ni una taza de té. No en vano, un análisis reveló que sus niveles de afección en el hígado eran diez veces superiores a los normales, por lo que fue trasladado al Centro Médico de la Cruz Roja de Japón. Me hallaba en un estado horrible y sufrí alucinaciones una semana, dijo al suplemento publicado junto al periódico Asahi Shimbun. Pero lo peor estaba por venir porque, según indicó Tomohito, su alcoholismo ha aumentado durante los tres últimos años. El motivo: problemas familiares. O, lo que es lo mismo, la polémica en que se ha visto inmersa la Casa Imperial por la incapacidad del Príncipe Heredero Naruhito y de su esposa, Masako, para concebir un varón que suceda a su padre al frente del Trono del Crisantemo. Como la pareja sólo ha tenido una niña, la pequeña Princesa Aiko, en Japón se ha abierto un controvertido debate nacional sobre la conveniencia de reformar la Constitución para abolir la Ley Sálica y permitir que las mujeres también accedan a la línea de sucesión al trono. Una posibilidad a la que se opone el conservador Príncipe Tomohito, quien llegó a sugerir que se volviera a implantar el antiguo sistema de concubinas en la Corte para facilitar al Emperador que pudiera engendrar un varón. Como no podía ser de otra manera, y tratándose de un tema que afecta a la sensibilidad nacional nipona, las palabras de Tomohito sexto en la línea de sucesión provocaron un gran revuelo, algo a lo que, por otra parte, ya está acostumbrado este irreverente miembro de la Casa Imperial. Por ese motivo, a pocos les extrañó que, el pasado mes de junio, el achispado Tomohito reconociera públicamente su dependencia de la bebida. Soy el Príncipe alcohólico, se presentó sin rodeos en un centro para minusválidos de la ciudad de Sendai, al norte del archipiélago nipón. En Japón, un país sumamente formalista regido por un estricto código de conducta, cualquier debilidad humana es ocultada por suponer un motivo de vergüenza. Pero el Príncipe Tomohito ha querido romper una lanza a favor de los 800.000 alcohólicos reconocidos oficialmente 2,3 millones según otras estimaciones al insistir en que no hay nada que ocultar y explicar el tratamiento que ha seguido durante el último mes. A esta salida, no ya del armario, sino del mueble-bar, puede haber contribuido el nacimiento hace un año del primer varón de la Familia Imperial en cuatro décadas. El Príncipe Akishino, segundo vástago del Emperador, y su esposa Kiko tuvieron un niño que ha paralizado el debate sobre la ley de sucesión y podría desplazar del Trono a la princesita Aiko, de cinco años. Una hipótesis que parece haber calmado al Príncipe Tomohito hasta el punto de hacerle enfrentarse públicamente a su alcoholismo, su segundo problema más grave tras el cáncer de garganta que superó el año pasado sin poder echarse una copa al gaznate. Otros temas Tags aikoakishinoalcoholalcoholismobebidacasaemperador akihitoimperialimperio del sol nacientekikoley salicamasakomonarquianaruhitoprincipesucesiontokiotomohito Comentarios Pablo M. Díez el 04 sep, 2007
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