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Adán y Eva en la oficina

Adán y Eva en la oficina
Maria C. Orellana el

Leo con sorpresa que tras la apertura super-hot del primer restaurante nudista en Londres, el Bunyadi, el próximo mes de julio la idea tendrá su réplica en Tokio con el Amrita, que en sánscrito quiere decir inmortalidad.  El evento inaugural del restaurante japonés, sobre el tema “Adán y Eva”, ofrecerá a sus clientes las delicias de un menú ecológico servido por camareros ataviados con un breve tanga  y estará animado por modelos masculinos moviendo sus bellos cuerpos desnudos sobre el escenario.

Me pregunto qué clientes poblarán sus mesas ¿exhibicionistas? ¿voyeurs? ¿guarretes? ¿o simples buscadores de experiencias raras? Porque a riesgo de parecer retrógrada, para mí que la buena comida y el nudismo no hacen buena pareja.

Y por no sé qué extraño mecanismo de asociación, me viene a la imaginación la idea de una empresa, una de estas nuevas start-ups, en las que todos trabajaran en pelotas. Me cuesta decidir qué imagen me produce más horror, si la del restaurante con comensales de carnes macilentas y cuerpos peludos mojando pan en la salsa, o la de la oficina llena de empleados escribiendo en sus ordenadores, atendiendo el teléfono o reunidos entorno a una pantalla discutiendo estrategias como Dios les trajo al mundo.

Pues como este mundo está loco, a lo mejor la empresa nudista tenía éxito. Quizá podría ser un reclamo para mantener profesionales tan talentosos como desinhibidos y hacer negocios con clientes ávidos de empresas modernas, rompedoras y libres. Aunque en realidad, el restaurante nudista japonés no es un modelo de libertad: el local no permitirá el acceso a clientes mayores de 60 años, a los que superen en más de quince kilos el peso medio correspondiente a su estatura o a los que luzcan tatuajes en su piel. Además los clientes no podrán hablar ni dirigirse a otros clientes, y mucho menos tocarles. Nudista pero no libre.

Creo que lo que en realidad nos hace libres es respetar la libertad de los otros, cumpliendo las normas de convivencia establecidas entre todos. Y en este mundo global pero lleno de desigualdades, eso es lo moderno.

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Maria C. Orellana el

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