Les pido perdón queridos lectores porque muchas veces soy reiterativo en mis críticas a Pedro Sánchez. Pero es que yo que he sido educado más en la autocrítica que en el autobombo considero muy desacertadas las intervenciones grandilocuentes en las que el orador habla como si no tuviera abuela.
La razón de la inquietud que me producen las baladronadas de los políticos es que siento que me toman por idiota. Y como no creo serlo, entonces llego a la conclusión de que el fanfarrón piensa que hay muchos otros estultos que son los que se creerán sus petulancias y por eso las dicen.
Viene esto a cuento porque Pedro Sánchez, el pasado martes, en el marco de la 113 reunión del consejo ejecutivo de la Organización Mundial del Turismo (OMT) que se celebraba en Madrid, afirmó que el turismo va a superar la pandemia y que España será “el faro de la resurrección del turismo en todo el mundo”.
No sé si se trata de una frase ideada por él o se la escribió algún asesor. Pero a mi me produce vergüenza ajena. Aunque fuera cierta, que cuando menos parece discutible, la prudencia, la templanza y la mesura aconsejarían callársela y que fueran otros los que la dijeran.
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