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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Ser separatista es retrogradar

José Manuel Otero Lastres el

En una interesante entrevista publicada en el ABC del pasado 1 de mayo, la escritora italiana Dacia Mariani afirmaba que “asociar identidad y separación es un error histórico”. Y añadía: “si llenamos Europa de minúsculas unidades políticas retornaremos al Medievo. Uno puede ser lombardo o catalán sin renunciar a la unidad italiana o española”.

En 1911, en “Notas de andar y ver” de su obra “El Espectador”, escribió Ortega y Gasset “Soy un hombre que ama verdaderamente el pasado. Los tradicionalistas, en cambio, no lo aman; quieren que no sea pasado, sino presente”.

Estoy completamente de acuerdo con las opiniones expresadas por ambos escritores. Hoy los nacionalismos excluyentes  son movimientos defendidos fundamentalmente por políticos localistas y cortos de miras que pretenden conquistar y retener cuotas de poder que jamás alcanzarían en ámbitos políticos más amplios. Y es que solamente aferrándose al pasado, queriendo que vuelvan las unidades políticas minúsculas felizmente superadas, pueden estos trasnochados y mediocres “cabeza de ratón” tratar de encontrar cierto protagonismo en unos nuevos tiempos que están claramente reservados para los sujetos con mentalidad abierta que propugnan unidades políticas y económicas de dimensión transnacional.

Por eso, no deja de llamarme la atención que, en lugar de desenmascarar abiertamente a estos impostores, haya quien intente hacer pasar al secesionismo por un movimiento político progresista, cuando se trata de una opción totalmente retrógrada. El grado de confusión que han generado estos manipuladores de la opinión está siendo tan eficaz que una parte de la juventud -que tradicionalmente es progresista- y de la izquierda -que suele hacer gala de este seña de identidad- están apoyando nada más y nada menos que a los que propugnan el retorno de España a unidades políticas del Medievo.

En la situación por la que estamos pasando creo que no queda más remedio que gritar, aunque sea por escrito –para que se oiga con todas las consecuencia de imagen que ello implica (lo digo para los que se auto-titulan progresistas)- que ser secesionista es retrogradar. Los separatistas son fanáticos de la vuelta a tiempos remotos, pero no por amar el pasado, sino por ser tradicionalistas recalcitrantes que pretenden que el pasado sea presente permanentemente.

Por lo que antecede me alegro de que Iñigo Urkullu y Artur Mas, en su reunión reservada del pasado jueves en Vitoria, hayan admitido que sus propuestas de “autogobierno” o, por mejor decir, secesionistas, tropiezan con la progresista (lo digo yo) “estrategia de recentralización” (como la llaman ellos) del Gobierno central.

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