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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Se puede ser demócrata contra la Constitución?

José Manuel Otero Lastres el

La tercera acepción gramatical de la palabra democracia, según el diccionario de la RAE, es “Doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes”. Esta “doctrina política” se establece en la Ley y en el caso concreto de España en la Constitución de 1978.

Que nuestra Constitución instaura tal doctrina política se desprende, entre otros, del apartado 2 del artículo 1 que dispone que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. Del artículo 66.1 que establece que las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Y de los artículos 68 y 69 que prevén que los diputados y senadores serán elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto.

Los secesionistas catalanes se auto califican de “demócratas” y tildan a España de Estado autoritario porque, entre otras cosas, les obliga a respetar la Constitución. Ante tal afirmación lo primero que cabe preguntarse es qué actitud adoptó Cataluña en el referéndum de aprobación de la Constitución de 1978. Los datos, que no pueden ser manipulados, confirman que del censo total de 26.632.181 votantes de toda España, lo hicieron a favor de la aprobación de la Constitución el 88,54%, porcentaje que subió en Cataluña al 90,46%.

Consecuencia inmediata de lo que antecede es que la Constitución vigente de 1978, con todos esas previsiones que recordé con anterioridad, la votó más del 90% de los catalanes. Ese es el mandato democrático que está vigente en Cataluña también en el tema de la distribución territorial del Estado y suponiendo que hubiese –que no es así- un deseo mayoritario de cambiar tal situación, conviene recordar que el 90% de los catalanes también votó el Título X de la Constitución que establece el sistema para reformar la Constitución. Lo cual implica que tratar de apartarse de la Constitución por la vía de la secesión unilateral es algo que va en contra de lo que votó el 90,46% de los catalanes.

Por lo tanto, todas esas afirmaciones de los secesionistas de que no se les deja poner urnas y de que no pueden votar son falacias, porque cada vez que hay elecciones generales o autonómicas en el marco de la Constitución se ponen urnas y los catalanes pueden votar. Lo que no se permite es organizar votaciones que vulneren la Constitución.

Afirmar, por tanto, que los demócratas son los que vulneran la Constitución es tanto como decir que los files de una religión son los herejes. Y así como nadie puede auto proclamarse seriamente católico, protestante o musulmán estando abiertamente en contra de los dictados y preceptos de esas religiones, de la misma manera nadie que se aparte voluntariamente de la democracia representativa instaurada por la Constitución de 1978 puede considerarse demócrata.

Es verdad que un sistema democrático, al tiempo que asegura la formación de gobierno mayoritario emanado de la voluntad popular, debe proteger también a las minorías frente al abuso de poder de la mayoría. Pero si esos es cierto también lo es que la minoría no puede imponer su voluntad a la mayoría a través de un flagrante incumplimiento de la ley que nos hemos dado todos. Lo que antecede no crea que sea difícil de entender ni siquiera para Pep Guardiola.  

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