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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¡Qué equilibrio mental puede tener alguien que hace eso!

Sobre una pintada que apareció en la Catedral de Santiago de Compostela

José Manuel Otero Lastres el

No es discutible que la vida, lo que nos convierte en seres humanos, no se elige, nos la imponen. Nadie nos pregunta, porque no es posible, si queremos  vivir: nos traen a este mundo sin que tengamos la más mínima intervención en nuestra concepción. Y tampoco me parece que pueda discutirse que el hecho mismo de vivir es una tarea ardua y dura, incluso para los más privilegiados, para cuyo desempeño se necesitan grandes dosis de valor.

Si lo que antecede es cierto, no lo es menos que, desde que recibimos la vida, iniciamos un camino, más o menos largo, en el que todas nuestras facultades están dirigidas a conservarla el mayor tiempo posible y en las mejores condiciones que podamos alcanzar. Ahora bien, aunque la vida es nuestra ocupación esencial, hacemos algo más que vivir. Además de tener que desarrollar alguna actividad para obtener el alimento del cuerpo, vamos poco a poco nutriendo nuestro intelecto con la experiencia misma que se adquiere al vivir y con la preparación intelectual de la que nos vamos dotando.

Pues bien, las cualidades que recibimos aleatoriamente al nacer (el carácter), la experiencia que vamos adquiriendo mientras vivimos y la formación intelectual que nos vamos procurando, acaban por conformar nuestra personalidad o forma de ser. Y tengo para mí que cuanto más armónico es el equilibrio entre estos tres elementos, carácter, experiencia y formación, en la misma medida se estará ante un sujeto cabal y completo que ante una persona desquiciada, perturbada o sobresaltada.

Viene lo que antecede a cuento para exponer que solo sujetos desquiciados, perturbados o exasperados (es decir, personas que, en lugar de poseer el equilibrio armónico imprescindible para convivir, están enfermos de odio e ira) son capaces de llevar a cabo acciones como la que hoy se denuncia en el periódico ABC. En efecto, en el citado diario se publica que la Catedral de Santiago amaneció esta mañana con una pintada en su fachada en la que se podía leer: «Yo no salí de tu costilla, tú saliste de mi coño». Desde luego, la filósofa (lo digo porque dice tener “coño”) que escribió dicha frase, además de ignorar el carácter metafórico de ciertos pasajes de la Biblia, parece un poco pretenciosa porque se autocalifica como la “primera mujer” que existió, “madre de todo el género humano”, y hasta  “vagina de la humanidad”.

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