José Manuel Otero Lastres el 12 oct, 2015 La tercera acepción gramatical de “encrucijada” es “situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir”. Hoy, 12 de octubre de 2015, día de nuestra Fiesta Nacional, me parece una fecha especialmente apropiada para reflexionar sobre la difícil situación que se planteará en España a partir del próximo día 20 de diciembre en que se celebrarán las próximas elecciones generales. Y es que, desde las elecciones municipales y autonómicas del pasado 24 de mayo, el panorama político español ha cambiado sensiblemente por la irrupción de dos nuevas formaciones políticas, una en el espacio del centro, “Ciudadanos”, y la otra en la izquierda radical, “Podemos”. Lo cual permite pronosticar la existencia de serias dificultades para constituir, a partir de principios del año 2016, un gobierno estable. Creo que habrá bastantes que coincidan conmigo en que en las próximas elecciones generales lo deseable sería que los votantes –primero- y los partidos políticos –tras conocerse los resultados- antepusieran el interés general de España por encima de cualquier otro interés particular. Pero sentada esta afirmación no faltará quien se pregunte ¿qué es lo que conforma el interés general? A mi entender, el interés general –que es dinámico, no estático- está configurado por los principales problemas de la Nación cada momento. Y en el actual, yo veo dos que sobresalen por encima de los demás: uno económico y otro político. En el terreno económico, hay que consolidar la iniciada recuperación de nuestra economía, lo cual exige mantener las líneas generales de la actual política económica, pero adoptando las medidas necesarias para que la mejora de la situación llegue con claridad a la generalidad de la ciudadanía. Y en el ámbito político, lo más urgente es formular con absoluta precisión y rigor el modelo territorial. El interés general en este punto exige desterrar las ambigüedades, que los ciudadanos sepan qué propone cada partido y qué efectos puede tener para ellos el modelo territorial que se propugna. Pues bien, ante la encrucijada que se avecina, cada votante tiene la obligación de meditar profunda pero serenamente a qué formación política debe votar. Es muy posible que algunos partidos políticos no formulen con la deseable claridad no solo su oferta electoral, sino también, en caso necesario, con qué otras formaciones estarían dispuestas a pactar para formar gobierno. Por eso, el votante tiene que valorar cuidadosamente a favor de quién depositará su papeleta. En esta ocasión, tal vez más que nunca, deberá mirar no tanto lo próximo (el partido al que desea votar) como lo más lejano (a dónde irá su voto en función de los pactos postelectorales) . En cuanto al papel que corresponde a los partidos políticos ante los retos que tenemos en el horizonte más cercano, permítanme que para expresar mi pensamiento me valga de las regatas de trainera. Los que hayan visto una regata de traineras seguramente habrán observado que estas embarcaciones cuentan con dos filas de seis remeros, con otro miembro más que va en proa y con el patrón que desde la popa maneja el timón, marca el ritmo de las paladas y anima a su tripulación. En el triunfo de la ganadora, además de las propias características del barco, influyen también la fuerza y la sincronización en la acción de bogar, así como la destreza del patrón a la hora de acompasar la cadencia de los remos. Se trata, en suma, de una verdadera labor de equipo, que tendrá mayores posibilidades de éxito cuanto más conjuntado esté. En nuestra vida política interna, cada partido es una especie de trainera, y las elecciones, las regatas en las que compiten. Por eso en las contiendas electorales es totalmente lógico que cada trainera o partido político emplee todo su potencial en su propio beneficio y que busque el mayor rendimiento de la tripulación con el fin de alzarse con el triunfo electoral o, al menos, de obtener el mejor resultado. Sin embargo, cuando lo que está en juego es el interés general, la óptica tiene que ser diferente: no hay que pensar en términos de trainera-partido político, sino en que hay una sola, que es España. En esta hipótesis, todos estamos embarcados en una nave común, de tal manera que la suerte final de la misma es la de todos nosotros: si naufraga, nos hundimos, si sigue a flote, nos salvamos. Los tiempos tenebrosos por los que estamos pasando parecen a punto de finalizar. Y como cada vez queda menos tiempo, ha llegado el momento de alzar la voz y pedir a nuestros líderes políticos que se embarquen en la tarea común de sacarnos de los principales problemas que tenemos. El pueblo español no se merece que la irresponsabilidad de los patrones de nuestras traineras les lleve a persistir en su política partidista y que renuncien a la conquista del interés general. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 12 oct, 2015