La FAES, recientemente desvinculada del PP, ha calificada al Partido Popular como un partido acomplejado y tibio que tiende a asumir, casi sin oponerse, el relato que le atribuyen sus adversarios políticos.
Así, sostiene la citada Fundación que el PSOE de Zapatero consiguió que muchos del PP creyeran que la crispación de la que tanto hablaba el ex Presidente socialista no la causaba el extremismo ideológico al que éste último había llevado a su partido, sino el propio partido popular. Añade la FAES que el PP asumió también con resignación el papel de “desalmado recortador” que le atribuyó la izquierda al volver al poder tras las elecciones de 2011. Y con respecto a la nueva política de diálogo con Cataluña, afirma que “la buena idea, apurar las posibilidades de diálogo en Cataluña, no debería llevarse al extremo de prescindir de una historia reciente en detrimento de las posiciones que el PP adoptó en su compromiso con la Constitución”.
No me parece desacertado acusar al PP de que asume resignadamente el relato de sus adversarios políticos, porque yo mismo, desde mi independencia política, he rechazado intelectualmente que el PP fuera el causante de la crispación de la que hablaba Zapatero, así como un desalmado recortador desde que ocupó el poder en 2011. Y hasta celebro la claridad con la que la FAES ha sabido poner ante los ojos del Partido Popular esas posiciones políticamente erróneas.
Lo que no comparto, en cambio, es que el PP sea un partido acomplejado y tibio, sobre todo, si lo que se pretende es propugnar una política más dura y radical en unos momentos en los que el Partido Popular carece de una mayoría parlamentaria suficiente.
Y es que en ocasiones, como la actual, en las que hay que gobernar con los apoyos de otros partidos, conviene no tensar la cuerda desde el propio partido, reclamando unas posturas que no se pueden defender por carecer de la suficiente fuerza parlamentaria para ello. ¿O es que el propio PP en alguna legislatura anterior con otro presidente no se vio obligado a hacer cesiones a los partidos nacionalistas para poder gobernar?
Me parece bien que desde una Fundación de Ideas próxima al Parido Popular se denuncien los errores en los que pueda caer este partido. Lo que no comparto, en cambio, es que se pretenda “imponer” un modo de hacer política antigua en unas circunstancias como las actuales que son notablemente distintas de las de entonces.
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