Hasta la aparición de la nueva clase política surgida de la crisis de 2009 la valoración que hacían los ciudadanos de los que se dedicaban a la Política se fundamentaba en los resultados de su gestión. Había una relación entre gestión y captación de votos. Y la ideología tenía una influencia relativa en el modo de gestión. El dolor que experimentó una parte del pueblo, la más desprotegida, fue captado por una clase política sin experiencia de gestión que levantó ciertas banderas para diferenciarse de los políticos clásicos anteriores. Y fue a partir de entonces cuando empezamos a oír lo de la “casta” y demás expresiones que sólo aportaban a la actividad política palabras, palabras y palabras. Pero no una nueva manera de gestionar mejor los recursos del pueblo. Entre las novedades que nos trajeron los nuevos políticos indocumentados apareció el llamado lenguaje inclusivo que es hablado por los que se han sumado a la “gestión verbal”. Y el resultado ha sido decepcionante. Dos ejemplos de la Vicepresidenta Díaz: en octubre del año pasado comenzó así su intervención en el acto de clausura del Congreso confederal de Comisiones Obreras (CCOO): «Queridos compañeros y compañeras… Autoridades, autoridadas…». Y este viernes ha pedido al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, que rectifique «con carácter inmediato» sus declaraciones por «mofarse» de: «Los más débiles y las más débilas…». Mi razón, que debe estar muy anticuada, no acierta a comprender cómo esta manera de destrozar nuestra maravillosa lengua puede mejorar la situación de los más débiles
Otros temas