Mientras hacía bicicleta estática a media mañana de ayer escuché en directo, en la cadena 24 horas de TVE, el discurso íntegro de Pedro Sánchez ante el Comité Federal del PSOE. No exagero absolutamente nada si digo que me pareció muy pobre, impropio de un Secretario General de ese partido centenario. Más aún: si fuera uno de los asistentes sentiría incluso cierto rubor ante las numerosas premisas que dio por sentadas sin probar su certeza. Y claro su discurso, además de inconsistente, era un rosario de frases al viento.
Veamos alguna de las cosas que dijo, ya que no puedo, por razones de espacio, detenerme en todas aquellas que merecen ser comentadas. Al final, de mis comentarios me voy a atrever a hacer un pronóstico de nuestro futuro más próximo.
Pedro Sánchez dijo ante el Comité Federal que “no va a ser presidente a cualquier precio”, pero que intentará serlo porque “no esta dispuesto a que los españoles paguen un precio de cuatro años más de derecha al frente de las instituciones”. Esta frase, que tiene dos partes, constituye un claro ejemplo de lo cínico y pretencioso que fue su discurso.
En efecto, la primera parte de esa frase (“no voy a ser presidente a cualquier precio”) contiene una excusa del señor Sánchez, pero sin que nadie se la hubiera pedido, por lo que debe interpretarse en el sentido de que es un reconocimiento manifiesto de que hará todo lo posible por ser presidente del gobierno (Excusatio non petita, accusatio manifesa). Con todo, lo peor es la razón que esgrime para querer ser presidente, a saber: para evitar que los españoles paguen un precio de cuatro años más de derecha al frente de las instituciones.
Pues bien, ¿cómo es posible que diga esto alguien que al frente del PSOE ha tenido los peores resultados electorales de la historia de la reciente democracia? ¿Quiénes y cuántos son los españoles que le han pedido precisamente a él que los salve de un nuevo gobierno de la derecha? ¿No parece una insensatez que alguien con 90 escaños y el 22,1% de los votos, que quedó de cuarto entre los candidatos por Madrid, se auto considere el salvador de los españoles? Con todos los respetos, esta pretensión de Sánchez me parece un desvarío.
Otra frase que merece un comentario es la de “nosotros no vamos a hablar de sillones, vamos a hablar de programa, programa, programa”. Al decirla se refería al órdago que le lanzó públicamente Pablo Iglesias líder de Podemos con su lista de ministros, pero a este partido no se atrevió a mencionarlo, al contrario que la PP y a Mariano Rajoy, a los que se refirió expresamente en numerosas ocasiones durante el discurso (pareció una perorata obsesiva con el presidente en funciones). ¿No será que el señor Sánchez aún espera poder pactar con Podemos y por si acaso conviene no incomodarlos?
En otro pasaje de su discurso, fue desgranando los ocho puntos del programa que piensa proponer a los partidos para conseguir su confianza. No tienen desperdicio: recuperación económica justa (la que él considera justa ¿es recuperación?); un gran pacto por la educación (¿sin el PP?); reconstruir el Estado del Bienestar (¿destruyendo primero lo que hizo el PP?); volver al pacto de Toledo (¿sin el PP?); un gran acuerdo contra la violencia de género (¿sin el PP?); regeneración de la vida política (¿se incluyen ellos?); iniciar la reforma constitucional (¿sin el PP?); y , por último, un pacto por Europa (¿sin el PP?).
Si me disculpan la irreverencia, mientras oía a Pedro Sánchez recordaba vagamente las Bienaventuranzas, que también eran ocho. Si bien en el momento mismo de oírlas las propuestas de Sánchez me parecieron sumamente inconcretas, porque solo nos anunció lo que “desearía hacer”, pero se olvidó de decirnos cómo piensa conseguirlo.
Las conclusiones que extraigo del Comité son, sin embargo, tranquilizantes. Pienso que el PP no va a gobernar, pero tampoco el PSOE, así que vamos directos a unas nuevas elecciones. Lo cual visto el serio riesgo que hemos corrido de que el PSOE hubiera pactado con Podemos, me parece lo menos malo.
¡Ah! Y descarto el pacto con Podemos, no solo porque esta formación no está muy interesada en ello, sino, sobre todo, porque el compromiso que asumió Sánchez de la aprobación de las pactos por los militantes y su ratificación por el Comité Federal, unido a la celebración de primarias el 8 de marzo, no solo impedirán el pacto, sino que harán incluso posible que el PSOE pueda tener si lo desea un nuevo candidato a la presidencia del gobierno.
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