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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Chispa de una hoguera?

José Manuel Otero Lastres el

Entre los regalos navideños de este año, he recibido un libro del profesor José Luis Sampedro, titulado “La vida perenne”, que tuvieron la amabilidad de remitirme desde la Universidad Europea de Madrid. Desde luego, es una delicia leer con detenimiento los pensamientos del citado autor que demuestran su acceso a la sabiduría de la vida; es decir, su conocimiento profundo no solo de los saberes, sino también del sentido de nuestra existencia.

Pues bien, bajo el título “Una chispa en la hoguera”, José Luis Sampedro escribe “…soy una partícula de Vida. Del todo. El ser humano no es más que la chispa de una gran hoguera”. La idea de que cada uno de nosotros es una partícula de Vida, de ese Todo del que habla, es sugerente y acertada. Y coincide con Albert Einstein cuando escribió que “un ser humano es parte del todo, llamado por nosotros Universo”.

También es sugestivo, pero me suscita más dudas, que no seamos más que la chispa de una gran hoguera. Es una bella metáfora aseverar que cada ser humano es una chispa de una gran hoguera. Pero me voy a atrever a afirmar que me parece mejor entender, como ya escribí en la Tercera de ABC del 14 de enero de 2012, titulada “La vida como préstamo”, que cada uno de nosotros es una arena en el inmenso desierto que es la humanidad.

Prefiero las ideas de “arena” y “desierto” a las de “chispa” y “hoguera”, porque éstas últimas llevan implícita una temporalidad menos duradera que la que expresan aquéllas. “Chispa” sugiere instantaneidad, algo que surge pero que se extingue de inmediato, mientras que la arena es una partícula persistente de las rocas que, siendo minúscula como la chispa, perdura durante más tiempo hasta que el desgaste la convierte en inapreciable.

Y otro tanto cabe decir de la hoguera y el desierto. No voy a discutir el acierto de concebir la humanidad como una gran hoguera en la que arden nuestras vidas convirtiéndose en la energía desplegada por la humanidad. Pero, aún siendo cierto que nuestra vida apenas es un suspiro, hay personas que dejan obras que permanecen mucho más allá del exiguo tiempo que vivimos. Precisamente José Luis Sampedro nos ha dejado pensamientos que son mucho más que simples llamaradas instantáneas.

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