Viendo que se acerca el día decisivo del pulso con el Gobierno de la Nación y con los demás órganos que defienden la Constitución, a los independentistas catalanes les empiezan a temblar las piernas, ven ataques contra la democracia catalana por todas partes, y amenazan con chorradas –discúlpenme que me exprese así- que, de no tratarse de un asunto muy serio, provocarían hilaridad.
Digo que les empiezan a temblar las piernas porque no se atreven a aprobar de una vez la ley catalana de convocatoria del referéndum del 1 de octubre. Da la impresión de que se están pensando mucho aprobarla porque no sería un acto más amparado por libertad de expresión. Firmar la convocatoria del referéndum y hacerla pública es un hecho presuntamente delictivo y a partir de ahí se les acaban las baladronadas.
Ven peligros y amenazan con chorradas porque JpSí ha anunciado que irá a la justicia europea si hay un ataque al parlamento catalán para frenar el referéndum. Las quejas de los secesionistas catalanes se deben a que según ellos reciben “constantes amenazas del Gobierno español” para impedir el referéndum. Esta postura es absolutamente estólida porque los que anuncian que van a incumplir la Constitución son los que dicen sentirse amenazados por los que tienen la obligación de defenderla. Si se me permite lo que dicen los secesionistas es un despropósito de la misma envergadura que si los delincuentes dijeran que se sienten amenazados por los encargados de evitar los delitos.
Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, Puigdemont acusa al gobierno central de dar un “salto cualitativo en su estrategia desesperada por fomentar el miedo para frenar el referéndum del 1-O”, porque el Tribunal de Cuentas ha citado a ciertos ex altos cargos del Govern para que abonen una fianza de 5 millones de euros por los gastos de la ridícula consulta del 9N. Cuando Artur Mas y todos sus acólitos comparecían con risitas y gestos victoriosos ¿pensaban que les íbamos a pagar la juerga el resto de los españoles? La justicia suele llegar tarde, pero llega, por eso fanfarronear antes de tiempo siempre sale caro.
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