Bofetadas en cara ajena

Hay actividades en las que se practica la actividad de “dar bofetadas en cara ajena”. Son críticas, no manotazos físicos propiamente dichos, que se dirigen nominalmente contra uno, aunque su verdadero destinatario es otro. Normalmente, este modo de proceder suele obedecer a sagacidad o a cobardía. Hay lo primero cuando el abofeteador se vale de la astucia para criticar indirectamente al que verdaderamente desea, pero haciendo que las miradas de los demás se dirijan contra el que no es el verdadero destinatario. La cobardía surge cuándo el crítico no se atreve a revelar el verdadero objetivo de su acción.
Esta actividad es bastante frecuente en el mundo de la política. Y estos días lo podemos ver con toda claridad. Para un sector de nuestra clase política el enemigo del pueblo parece ser don Juan Carlos I. Muchos se han convertido en los apedreadores iracundos que le exigen, desde una disculpa hasta una explicación. Pero en el fondo lo que persiguen es deteriorar a la Monarquía Parlamentaria como forma política del Estado. Ésta es la bofetada que quieren dar pero no se atreven a hacerlo claramente. Salvo el de siempre, que prefiere hablar de los demás para no mirar hacia sí mismo y hacer autocrítica, que sería demoledora.