Subo a mi blog la crítica completa de Juan Ángel Juristo sobre mi última novela SOMBRAS DE NINGURÁN que por razones de espacio se publicó parcialmente.
“CADA LUZ LLEVA SU SOMBRA
Juan Ángel Juristo
Esta novela parece un thriller, pero no lo es. Este género ha conseguido tanta popularidad que ha llegado a sustituir a la vieja escuela realista y de novela de denuncia social que se enseñoreó desde el siglo XIX en la literatura occidental. Sin embargo todavía quedan escritores que emplean los viejos recursos de la tradición sin tener que recurrir a los tiránicos cánones del género, donde la estética gore no es la menor de ellas. En España son habas contadas los narradores que han mantenido afectos leales al realismo sin tener que recurrir a tramas propias del thriller, y el público se lo ha agradecido. El caso de Rafael Chirbes es sintomático: sus dos últimas novelas trataban el tema de la corrupción inmobiliaria y financiera, amén de otros crímenes, y estas narraciones se mantuvieron en un estricto apego a la estética realista, sin asomo de sumisión al thriller. Pues bien, J.M. Otero Lastres es otro autor de quien podemos decir que en sus tres novelas publicadas mantiene, asimismo, esa senda. Pero, y en esto mantiene más referencias comunes con Chirbes, hizo de su primera novela, La niña de gris, como el escritor valenciano plasmó la experiencia vital de su madre en La buena letra, una especie de relato autobiográfico de su familia, donde describe las experiencias de su padre en la Galicia de la guerra civil.
De ahí que, a pesar de lo que comúnmente se supone, piense que José Manuel Otero Lastres pertenece a una tradición literaria que excede al thriller, mucho más estrecho en sus límites, donde el estilo se asemeja tanto entre los autores que es género que parece estar escrito con una ausencia de estilo personal, como ya vio Ciryl Connolly en fecha tan temprana como los años treinta. En su segunda novela, por ejemplo, El campo de Bucéfalo, trata el problema de un litigio relacionado con una patente farmaceútica. El autor, en su condición de abogado mercantilista, sabe en todo momento de qué habla cuando describe los laberintos legales, por lo que la narración no pierde nunca el rumbo. ¿Cabe mayor apego a la tradición realista que ese manejo total de los personajes?
Porque Otero Lastres es un escritor de clara raigambre racional. En Sombras de Ningurán, se adentra en varios frentes y sale muy airoso de ellos. Creo que el control que ejerce sobre los personajes es determinante en los resultados espectaculares de esta novela, pues acontece que sorprende por la precisión de aparato de relojería que posee. El estilo, además, ayuda sobremanera, pues se corresponde con esa falsa cotidianeidad que oculta un trabajo arduo, esa falsa facilidad que da lugar a tramas muy bien trabadas y a describir complejidades sociales que el thriller suele despreciar como elementos documentales.
La historia que cuenta tiene a la Galicia de los años treinta y a la actual como un paisaje a describir, sí, pero también a analizar. Hay unos gemelos que son separados al nacer, en lejana fecha, 1931, Romualdo y Luís Ramón, y hay un párroco, don Ginés, que sustrae al nacer a uno de los niños para entregárselo a una familia de dinero, como se decía, que no había podido tener hijos. Luís Ramón, el niño que es entregado, termina ejerciendo la ludopatía, escena memorable la del casino de Povoa do Varzim, por ser la única manera de liberarse de ciertas imposiciones familiares, y Mualdi, que se queda en el ámbito familiar donde ha nacido, a pesar de que la vida siempre es difícil, con una tendencia más propicia a la bondad, al equilibrio emocional, son los dos caracteres alrededor del los cuales gira la novela. La trama que nos ofrece el autor parte del hecho de la exhumación en el cementerio de Ningurán, ya en 2011, de la tumba de Romualdo García en vistas de realizar al cadáver pruebas de ADN. Pero la tumba está vacía, y a partir de aquí comienza una historia propia de las novelas de intriga, que no de thriller, donde se nos describe buena parte de la realidad social y política gallega de los últimos años. La trama, ya dije, está montada como una pieza de relojería, pues la historia íntima de los dos gemelos está ligada a esa tumba vacía desde que nacieron de María Fuentes en Ningurán, pueblo de la Costa de la Muerte, en 1931, pero esa ligazón no obsta para que el lector recorra una descripción paralela de la Galicia de la especulación inmobiliaria, de la corrupción política, de los entresijos del mundo judicial… como una realidad superpuesta a la trama que tiene a los dos gemelos como protagonistas. De estos mimbres procede la complejidad narrativa de esta novela que en cierta manera podemos considerar mantiene una vocación de contar de manera exhaustiva o, por lo menos, suficientemente ajustada, la realidad social de la Galicia de hoy. En la novela hay pasajes memorables, como los correspondientes a las cuitas del gemelo sustraído, Luís Ramón, que pasea su pasión del juego por Galicia y Portugal, y al que en cierta manera podemos considerar el protagonista de una novela que, por lo demás, y como se dice ahora en palabra fea, tiene vocación coral. Querencia realista de un escritor que maneja en todo momento los hilos de los personajes de una novela de largo aliento y justa medida y equilibrio. Una novela lograda.
J.M. Otero Lastres. Sombras de Ningurán. Espasa. Barcelona. 2015. 262 pp”
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