Hay “robots periodistas” que escriben noticias, sobre todo de economía y deportes. Hay robots en las fábricas, por supuesto, y también en muchas casas, más o menos sofisticados. Y sí, ahora también hay robots en las cocinas de un restaurante recién inaugurado en Kunshán, una ciudad china situada no lejos de Shanghai.
En este local, los robots reciben a los clientes, toman los pedidos con una pantalla táctil y parece que también cocinan algunos de los platos. Luego, un robot-camarero sirve la comida y trae la cuenta. En total, son quince máquinas que miden 1,2 metros. Cada una de ellas cuesta entre 5.000 y 40.000 euros, lo que da idea de la magnitud del negocio. En apenas un año el dueño amortizará el gasto, y luego todos serán beneficios. Los robots no enferman ni están de mal humor ni se cansan. Y, además, atraen nuevos clientes, sobre todo niños.
La llegada de los robots a la restauración no es un tema nuevo en China. Hemos oído hablar de esa tendencia en los últimos años. De hecho, un restaurante en Harbin utiliza guapas chiacs mecánicas para recibir a los clientes. Sin embargo, su llegada a la cocina (por ahora con un repertorio limitado) marca una tendencia que puede aplicarse a otras muchas profesiones. “En la cocina, dos grandes robots azules con brillantes ojos rojos se especializan en la fritura, mientras que otro se dedica a hacer albóndigas”, relata un periodista de Afp.
En esta fase, el personal humano sigue siendo imprescindible en el restaurante. Los robots -al menos estos- aún parecen tener una inteligencia limitada para un trabajo tan complejo y creativo como el de los fogones. Sin embargo, igual que un robot puede escribir una noticia con los resultados de la bolsa en unos segundos, con precisión y pulcritud, en la cocina pueden freír unas patatas sin pestañear. Solo es el principio.
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