Tras la era HBO, todos creemos saber cómo era la guerra en la Edad Media. Intuimos la violencia, el dolor sin anestesia, la tierra regada con sangre. Hacia mayo de 1085, se sucedían las escaramuzas en las proximidades de Toledo. Para la historia se estaba desarrollando una batalla decisiva de la Reconquista entre las tropas del emir Yahya y las del rey Alfonso VI, que hizo su entrada triunfal en la ciudad el 25 de aquel mismo mes. Pero dentro del gran cuadro había otro cuadro. Aquellas semanas, eran tantos los muertos que se quedaban sin cristiana sepultura que Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, y los capitanes Téllez de Toledo y Gómez de Gudiel, entre otros, propusieron crear una cofradía que aliviara el drama y pusiera soluciones. Tomó el nombre de la Santa Caridad. Pedían limosnas entre los católicos y enterraban a los caídos que no tenían medios económicos. Pronto encontraron la ayuda del recién llegado Arzobispo de Toledo, Don Bernardo. Fue –quizá– la primera cofradía de España.
La Cofradía de la Santa Caridad tuvo su primera sede en el Monasterio de San Francisco, fundado en el siglo XIII, y también unos años en Nuestra Señora del Carmen. Sin embargo, su sede definitiva sería la parroquia mozárabe de las Santas Justa y Rufina. En su Sala de Cabildos se guardaban documentos, cuadros, recuerdos… hasta que un incendio lo devoró todo en 1525. Cuenta ahora José Fernando Lorenzana, hermano mayor de la Cofradía y mayordomo de finados, que se realizó inmediatamente un minucioso proceso de reconstrucción con testimonios escritos y orales, y que lo que hoy se sabe no es la historia completa pero sí una versión muy aproximada. En el siglo XIV les entregaron su cruz, el Cristo de la Misericordia y la Soledad de los Pobres, talla románica de autor desconocido. Resultó que la cofradía vio cómo crecían su prestigio y sus prerrogativas. Aportaba una dote a las mujeres que no tenían medios para casarse y tenía un lugar destacado en procesiones (en la del Corpus, por supuesto) y enterramientos de reyes, cardenales y personalidades. La pala de la Caridad aportaba la última palada de tierra.
La Caridad ha asistido en su larga historia a ricos y pobres, a reos ejecutados y a la Reina Doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III, que falleció en San Lorenzo del Escorial durante un parto en 1611. Y también ocupó la primera línea en el entierro de El Greco, uno de sus cofrades más famosos. “Item digo que por qto. el día de su enterramiento le acompañaron y enterraron su cuerpo la Cofradía e cofrades de la Sta. Caridad desde dha.ciud. Con su paño lo ratifico y apruebo”, según reza el testimonio de su hijo.
A día de hoy, de la Caridad forman parte 253 cofrades, con nuevas misiones como la ayuda a Cáritas y una importante pastoral penitenciaria. Pasa una de sus mejores épocas, con unas veinte solicitudes nuevas al año. Salen el Martes Santo, con su hábito negro, la cabeza cubierta sin antifaz y faroles que iluminan la penumbra de la noche toledana, esa que se pasa sin poder conciliar el sueño. Otro cuadro dentro del cuadro. Un detalle dentro de la gran Semana Santa. Los hermanos de la Caridad llevan medalla y guantes verdes, como verde es parte de la cruz del Cristo que procesiona. “Todo lo que envuelve a la Santa Caridad es verde, todo”, explica el hermano Lorenzana.
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