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¿Cuál es el protocolo para matar a alguien en la mesa?: Leonardo da Vinci

Maira Álvarez el

Podría hacer un blog temático dedicado a uno de los hombres más completos y fascinantes que ha existido en la tierra, el italiano Leonardo da Vinci. Este genio universal y símbolo del Renacimiento fue, como todos ustedes saben, pintor, arquitecto, visionario, filósofo, ingeniero, inventor, urbanista, poeta y músico. Y cocinero. Y precursor del protocolo moderno y las normas de urbanidad.

Leonardo di ser Piero era un hombre con los pies sobre la tierra, lleno de sentido común y consciente de la época en la que vivía. Como dice un amigo mío, hay gente que sueña que pasen cosas, y hay otros que hacen que pasen, y da Vinci fue uno de los segundos. Además de pintar la Gioconda, inventó cosas tan comunes para nosotros como son el bocadillo (sí, fue menospreciado por juntar carne y pan y crear el panino) y la servilleta, como pueden leer en este enlace a otra entrada que le dediqué hace tiempo:

Da Vinci fue maestro de ceremonias de Ludovico Sforza el Moro. De hecho, le escribió una carta para pedirle trabajo que incluía la frase “y hago pasteles sin igual“. Este fue el motivo que intrigó al Duque de Milán y por el que le concedió una audiencia. Cuando empezó a trabajar con el Moro, Leonardo era un joven gordito, acostumbrado a comer dulces. Su madre se había casado en segundas nupcias con Accatabriga di Piero del Vacca, un repostero que inculcó al vinciano las sutilezas del arte de la comida.  Da Vinci fue jefe de cocina de un conocido restaurante de Florencia (al lado del ponte Vecchio) llamado Los tres caracoles.

Casa natal de Leonardo, en Vinci

 Años más tarde, abre con su socio BotticelliLa Enseña de las Tres Ranas de Sandro y Leonardo“, donde los artistas hicieron un amago de nouvelle cuisine: en vez de servir grandes porciones de carne y polenta, como estaban acostumbrados en aquella época, el artista decidió servir pequeñas porciones en las que primaban las verduras. No sólo fue un fracaso estrepitoso, sino que una vez los comensales quisieron pegarle una paliza de lo descontentos que estaban y tuvo que huir para salvar su vida.

Como ven, la historia de Leonardo es apasionante y llena de matices. Gracias a sus años como maestro de ceremonias y dentro del mundo de la hostelería, da Vinci creó un código de buena conducta en la mesa que sigue casi inalterable quinientos años después. Sin embargo, hoy les dejo la que puede ser la norma más curiosa de todas, y es aquella en la que el italiano dicta cuál es la manera educada de asesinar a alguien con el que se comparte una comida.

Si hay un asesinato planeado para la comida, lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esta persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no va a interrumpir tanto la conversación. Un buen asesino se valora, en gran medida, por su habilidad para realizar su tarea sin que lo advierta ninguno de los comensales y, menos aún, que sean importunados por sus acciones”. 

 “Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, si las hubiera) ha sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia a veces puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado, y en este punto un buen anfitrión tendrá siempre un nuevo invitado, quien habrá esperado fuera, dispuesto a sentarse a la mesa en este momento”. 

Como pueden ver, hasta para matar hay que ser decoroso, educado y seguir unas reglas de conducta. ¿Qué les parece este protocolo?.

Catering y restauración

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