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Halloween sí es católico

Maira Álvarez el

 

Estos días numerosas familias españolas realizan visitas a los cementerios con el objeto de recordar y honrar a los difuntos. Desde que el hombre empezó a enterrar a sus muertos, tuvimos el deseo de mantener un lazo, aunque fuese invisible, con los seres queridos fallecidos. A lo largo de la historia se han sucedido diferentes actos o celebraciones para simbolizar la unión entre el mundo terrestre de los vivos y el espiritual de los muertos.

Para encontrar el origen de esta celebración, habría que remontarse a los tiempos del emperador Diocleciano, cuando los cristianos eran perseguidos y asesinados.  La Iglesia Primitiva acostumbraba celebrar el aniversario de la muerte de un mártir en el lugar de martirio. Había tantas muertes que no se podía honrar a los muertos uno a uno ni santo por santo, por lo que surgió la necesidad de organizar una fiesta común a todos ellos.

 

El 15 de agosto del año 608 fue consagrado obispo de Roma Bonifacio IV, un monje benedictino originario de los Abruzos italianos. Su antecesor, Bonifacio III consiguió del emperador Focas un edicto por el que se reconocía la ciudad de Roma como cabeza de todas las iglesias.

Con motivo de su elevación al solio pontificio, el emperador Focas le regaló el Panteón, un regio templo que había sido construido por Agripa en el año 27 A.C. en honor de todos los dioses. Bonifacio III lo convirtió en iglesia y en el año 609 la consagró como “Santa María de los Mártires”, en honor de todos los fallecidos por honrar el testimonio del único Dios. Nacía así la fiesta de todos los Santos.

Esta festividad se celebraba el 13 de mayo, hasta que el Papa Gregorio III (731 – 741) la cambió al 1 de noviembre. Este cambio se produce debido a la conversión al Cristianismo de los pueblos de tradición pagana que se negaban a abandonar sus raíces y fiestas.

La víspera del 1 de noviembre se celebraba Sambein, la fiesta pagana celta que marcaba el fin de las cosechas e introducía los días de frío y oscuridad. Según las creencias, el dios de la muerte hacía volver a los difuntos para permitir la comunicación de los druidas con sus antepasados.

Recreación actual fiesta celta con druidas

Los romanos celebraban el 21 de febrero “Feralia”, día en el que con su oraciones pretendían llevar la paz y descanso a sus fallecidos. Con la invasión romana, la cultura celta se mezcló con la latina y la fiesta romana de la Pomona (dedicada a la diosa de la fertilidad) se unió con la fiesta de los druidas: nació All Hallow´s Even (Vigilia de Todos los Santos).  Con el tiempo, esta fiesta se transformó en el Halloween de nuestros días.

En el año 998, el abad del Monasterio de Cluny, San Odilón, decidió consagrar el 2 de noviembre como la Fiesta de los Fieles Difuntos, para orar por las almas de los fallecidos.

La actual celebración de Halloween tiene poco que ver con sus orígenes. Permanece la festividad de los muertos pero con un carácter totalmente distinto. Se ha agregado la tradición de disfrazarse, una costumbre que nació en Francia entre los siglos XIV y XV para la celebración de Todos los Santos.

El dulce o trato “Trick or Treat” parece que tiene su origen en la persecución que hicieron los protestantes en Inglaterra contra los católicos en el siglo XVI. En este periodo, los católicos no tenían derechos legales en Inglaterra. Cuando los católicos fallaron en su intento de asesinar al rey protestante Jaime I, algunos protestantes, ocultos con máscaras, visitaban en esa fecha a los católicos de la zona exigíendoles pasteles y cerveza al grito del Trick or treat. Fueron los colonos que emigraron a América los que trasladaron la costumbre a las nuevas colonias.

Como se puede ver, el Halloween hunde sus raíces hasta fundirse con los primeros católicos. Cristantemos y dulces pueden convivir con tranquilidad y sin excluirse.

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