¿Pagar a escote? ¿Eso es educado?
Bueno, desde luego, esta forma de pagar es una costumbre. Pagar a escote es una fórmula de simplificar el pago de pequeños importes en reuniones sociales que no debería ser motivo de conflictos ni gritos en el restaurante donde nos encontremos. Se pague a escote o de manera individual, hay que hacerlo siempre de una manera educada.
Pagar a escote, según la RAE significa “Parte o cuota que corresponde a cada uno por el gasto hecho en común por varias personas”.
El origen del término lo encontramos en el francés escot , “contribución de dinero”. El vocablo venía del alemán skot que significa “impuesto, tributo”.
Antiguamente se daban situaciones en las que un tributo se pagaba entre varias personas (de la misma villa, la misma familia..), se escotaba el impuesto. De ahí derivó el verbo escotar y la expresión pagar a escote.
Es tradición en España que tras una comida o cena entre amigos o familiares se pague de esta manera, dividiendo la cuenta a partes iguales. Es curioso que esta manera de abonar una cuenta, diferente a “cada uno paga lo suyo”, sea vista de manera diferente según sea la región donde nos encontremos. En Galicia existe esta frase: Estilo Ribadeo, cada un paga o seo. En Cataluña es muy normal pagar a escote. En el País Vasco, si se sale a tomar pintxos, los amigos ponen un bote antes de empezar la ruta. En el Sur, sin embargo, es más común que alguien invite a una ronda y la siguiente la pague otro de los comensales.
Fuera de nuestras fronteras, en Argentina se denomina “hacer una vaquita”. De hecho, en la sexta acepción de “vaca”, según el diccionario de la Real Academia Española se lee: Dinero que se reúne entre varias personas para compartir un gasto determinado. En Italia, esta expresión se traduce como “pagare alla romana”. Hay muchos países como Francia y Holanda, donde pagar a “escote” es lo habitual cuando sale un grupo de personas, sin que esta práctica denote que alguien no es hospitalario o generoso.
Clases de escote
– El español.
En el escote español, la cuenta se divide a partes iguales. Con la igualdad de la mujer, la factura se reparte entre todos los comensales sin excepción de sexos (antes sólo pagaban los hombres).
Como la cuenta se divide a partes iguales, es de muy mala educación aprovechar para pedir lo más caro de la carta o beber copas de vino sin mesura mientras el resto de los comensales toman agua. Tampoco hay que intentar “ratear” y pedir lo más barato: puedes hacer sentir mal al resto de la mesa.
– El nórdico.
Esta costumbre, extendida en los países anglosajones, no es muy bien vista en nuestro país. Consiste en que cada uno paga lo que ha consumido. Se suele hacer cuando se come con compañeros del trabajo, por ejemplo, con los que no hay confianza.
Con grupos grandes, es un trabajo de titanes, sobre todo para los camareros: hay que ponerse a ver cuánto cuesta el plato que ha tomado cada uno, prorratear el vino, uno paga en efectivo, otro quiere cambio, otro con tarjeta….
Desde luego, es el momento de proponer pagar de esta manera si tenemos al comensal del que hablamos en el caso anterior: si quiere beberse todo el Rioja del mundo, que se lo pague.
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