La sociedad que hace evolucionar sus tradiciones a lo largo de un cierto tiempo está viva, pero la que las sustituye por otras extranjeras es un colectivo de cerebro reblandecido. Sobre todo, si venera las nuevas sólo porque son forasteras. Eso se aplica al Black Friday, que se nos ha colado en las costumbres del comercio, o a la sospecha de que Halloween ya tiene más resonancia entre los más jóvenes que nuestro Día de Todos los Santos en ciertas capas de edad. Habrá que enseñar la Independencia de Estados Unidos en nuestros colegios porque el 4 de Julio acabará celebrándose aquí con fuegos artificiales y partidos de béisbol.
A veces, nuestra tradición se mezcla con la extranjera, como para abrirle paso y rendir la fortaleza. El protagonista que encabezó la cabalgata del 5 de enero en la localidad madrileña de Algete fue un personaje de tanta tradición bíblica como Bob Esponja:
Junto a él, siempre encabezando la cabalgata, una santa de tanta raigambre en la tradición española como Minnie Mouse. Le pregunté a ella misma qué pintaba entre los Reyes Magos de Algete, pero se encogió de hombros:
No me parece trivial sustituir los iconos por los de otro, sean o no dibujos animados. Nuestra principal tradición es la de ser paletos, seguramente más en el sentido de zafios que en el de rústicos, porque no hay más paletos en el campo que en la ciudad. Lo paleto está muy relacionado con lo esnob. O sea: con el que imita afectadamente a aquéllos a los que considera distinguidos. Cuando más paleto eres, peor te suenan la memoria de tu gente y el folclore de tu país. Lo más cómoda y rápidamente esnob es preguntarse cómo decir las cosas en una lengua exótica, y todas las extranjeras lo son más que la tuya. O cómo rodearse de elementos culturales extranjeros. Por ejemplo, Papá Noel.
Habíamos dado por hecho que Santa Claus llegaba al tejado en un trineo tirado por renos voladores, pero ahora resulta que trepa por la fachada con una soga como si fuera a reventar un piso. El de la imagen se asusta claramente del logotipo de Securitas Direct. Algunos, más rebeldes, han colgado también de sus balcones a los tres Reyes Magos Trepadores, seguramente para intentar recuperar algo de nuestra tradición:
En parado no se aprecia si suben por un muro de una vivienda o escapan de un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Hablando de eso, un episodio de mixtura entre tradiciones. Un comerciante de origen chino (lo que antes de que llegaran los políticamente correctos se llamaba “un chino”) de mi barrio vende esta figura de fusión de abajo.
Ya saben que ahora para estar in no hay que hacer música, sino fusión. Cosmopaletismo, también.
Con la inestimable colaboración de Enrique Ruiz Giménez, @eruizgi
Más vida en @rafaelcerro
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