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Blogs Pienso de que por Rafael Cerro Merinero

Somos corruptos

Somos corruptos
Rafael Cerro Merinero el

La palabra corrupción significaba antiguamente diarrea. El CIS afirma que ésta y el desempleo son los dos problemas que más nos preocupan. La corrupción hace que el paro aumente, así que estudiaremos juntos ambos fenómenos. Algunas de sus características son éstas:

 

1-Soberbia: el único antídoto contra nuestra corrupción sería actuar con humildad, reconociendo que está en todas partes, incluidas nuestras vidas. Pero nadie reconoce vigas en sus ojos ni cuando se las señalan: el corrupto cazado dice primero que todo es absolutamente falso y luego alega que su contable lo engañó. Si es mujer, siempre puede añadir “fue mi marido”.

 

2-Desorientación cronológica: creemos que ahora estamos asistiendo al cénit de la corrupción, pero ésta no representa un problema sincrónico o momentáneo. Es un mal diacrónico que se prolonga durante siglos. Forma parte de nuestra historia. En España nació el género literario narrativo llamado picaresca porque los escritores suelen escribir lo que ven.

 

3-Alienación por ideología: la corrupción es pecado de los malos, que siempre son los rivales. Si citas los ERE, te contestarán con la Púnica. Si atacas a la Gürtel, te responderán con los cursos de formación. Ninguna discusión puede avanzar así.

 

4-Alienación por colectivo: la explicación “la culpa es de los políticos” es tan estúpida como peligrosa. Representa una nueva manera de echar balones fuera o alienar. Nuestra mayor habilidad como pueblo es seleccionar chusma y ponerla a gobernar, pero eso no significa que los políticos sean responsables de todo. Ortega y Gasset dijo que, si el problema era que una minoría dirigente estaba podrida, podíamos sustituirla por individuos limpios del pueblo eximio.

 

5-Amnesia colectiva: cuando el líder corrupto cae en desgracia, sus protegidos padecen amnesia. Ya no recuerdan que lo llamaban por su apelativo y pasan de decir “Paco estuvo anoche cenando en casa” a comentar que “el tal Jiménez está en prisión”. El resto olvida qué político lo había nombrado.

 

6-Corporativismo: generalmente, el español detecta corrupción en las otras profesiones. El notario que critica al diputado se ausenta de la sala para que paguemos en negro evadiendo al fisco. “Salgo y ustedes se ponen de acuerdo”. El juez asiste a cursos privados remunerados por un empresario que luego presume de tener amigos en la magistratura. Magistrados y periodistas agradecen los servicios al partido que los nombró hasta el punto de que nadie se asusta al oír que “Cinco jueces conservadores y siete progresistas decidirán sobre el asunto”. Jueces con color. Consideramos necesarias las garantías laborales de todo el mundo menos las de nuestra empleada de hogar. El estudiante se empadrona en casa de sus abuelos con menores ingresos para así conseguir una beca.

 

7-Ética evanescente: preguntarnos a nosotros sobre moral es como interrogar sobre cría de camellos a un esquimal. Muchos españoles han extirpado la ética de sus cerebros o esgrimen un concepto relativista de la misma.

 

8-Ética de autor: antes de juzgar una acción, necesitamos saber quién es su autor. No nos interesa qué se ha hecho, sino quién lo ha hecho. Si un concejal le pega una paliza a alguien, exigimos que siga en libertad porque es uno de los nuestros. Eso lo convierte en un preso político.

 

9-Desprecio de la honradez: el hombre recto suele minusvalorarse y a menudo no se considera un modelo, sino un estúpido. Muchos honrados envidian al corrupto mucho más de lo que lo desprecian.

 

10-Ausencia de conciencia nacional: cuando preguntamos por qué a los que se manifiestan orgullosos de ser españoles, casi ninguno sabe explicar el fenómeno. Estoy orgulloso de ser español…porque lo soy. Algunos se quejan amargamente porque esto es un albañal. Si fuera voluntario pagar a Hacienda, aquí no habría Estado, hospitales públicos ni carreteras. Quien puede evitarlo, funda una empresa libre de impuestos. No se lleva el dinero a Panamá el más corrupto, sino el más pudiente.

De modo que lo de “hecha la ley, hecha la trampa” no es rigurosamente cierto. Tenemos muchas más triquiñuelas que normas; hemos nacido para romper las reglas.

Mañana, la especialidad española de la corrupción: el enchufe.

 

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