Vuela el tiempo y el varón, sin saber cómo, frisa ya la cincuentena. Olvida las fanfarronadas sexuales entre amigotes que desafiaban las leyes de la lógica y de la biología. Su preocupación es, precisamente, la falta de apresto. Lo eréctil. Sabe que la cotidianeidad de ser fálico, “relativo al falo”, no garantiza necesariamente la del milagro gravitatorio de ser itifálico, cultismo recogido en el avance de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Academia como “Que tiene el falo erecto”. También ha encontrado en ese libro la locución verbal coloquial dar gatillazo definida como “Dicho de un hombre: Fracasar en su intento de practicar un coito”. Si traba amores con una hembra muy ardiente, guarda siempre cerca, por si le ocurre algo grave, los números de teléfono de su uróloga de urgencias y de su mamá. Junto a las pastillas azules. Sabe que, en el mundo animal, ya habría sido retirado de la cadena genética por algún garañón más joven y potente.
Vuela el tiempo. Cronos, el padre de Zeus, sigue devorando a sus hijos.
Se le representaba con una hoz, el arma que había utilizado para destronar a Urano, su padre. Y para castrarlo.
Las hazañas priápicas de la historia del cincuentón son una ucronía, otro cultismo del DRAE: “Reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder.
Vuela el tiempo…
Más vida en @rafaelcerro
Lenguaje EspañolOtros Temas