Un padre separado es, para el derecho español, un proveedor. Consuetudinariamente hablando, un padre es un varón cuya óptica del mundo ha cambiado tras reproducirse. El trato que en su lozanía intentó dispensar a todas las chicas del mundo que aparecieran al alcance del radar de un submarino, con el único requisito de que fueran antropomorfas, no le parece tan bueno para la hija que acaba de alcanzar la madurez sexual. Por ello ha acuñado una expresión que no comparte con nadie, pero que yo puedo desvelarles porque alguno de estos neandertales me la ha referido muy en secreto durante algún episodio de dipsomanía. La joya es “Estoy aprendiendo a hacer la vasectomía con alicates”. El ciudadano sostiene que él copuló cuando pudo con mujeres, pero no con hijas, porque eso habría sido una ofensa a terceros respetables. Antropológica y biológicamente hablando, el argumento presenta algunas lagunas. Por ejemplo, ¿nacieron esas chicas por esporas? Si la respuesta es afirmativa, ¿en lugar de mozas podemos considerarlas vegetales criptógamos?
Económicamente hablando, el varón no ha llegado a la altura de Keynes. Su aportación al acervo léxico familiar relaciona micro y macroeconomía: “¿Tú te has creído que somos el Banco de España?”. Esgrime esta razón cuando la niña pide unos vaqueros de marca de noventa euros. Cuando quiere un ciclomotor porque la han matriculado en un colegio pijo y casi todos sus compañeros poseen uno desde el curso anterior, él acuña un nuevo interrogante:
– ¿Que Sofía tiene una moto? ¿Y si Sofía se tirara de un puente de doce metros, tú también te tirarías?
Arquitectónicamente, siempre le acaba saliendo un puente. Geométricamente hablando, él percibe de modo diferente distancias y medidas: “¿Has visto hasta dónde te llega ese vestido?” Si la métrica lo escandaliza mucho, a veces pega un puñetazo en la mesa que no asusta a nadie y añade “¡Esto va a dar un giro de 360 grados!”. Lo cual es absurdo, porque deja a la gente vestida igual de corta y además mirando exactamente hacia el mismo sitio. Para cambiar las cosas hay que girar 180 grados. Él se aturrulla (se dice así), pero dialécticamente es muy fuerte y, si la chiquilla insiste en salir con el mismo atavío, zanja la cuestión diciendo “Mientras estés en mi casa harás lo que yo te mande”.
Dedicado a Sonia Cámara, que me llamó neanderthal, y a Jaime Novo, papá de dos niñas preciosas de verdad, que a partir de 2020 tendrá que afrontar algunas angosturas.
Más vida en @rafaelcerro.
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