Vivimos una nueva edad de oro del parlamentarismo. Los más viejos del lugar ya no añoran a leyendas como Castelar, Azaña, Gil Robles y Tierno Galván porque los nuevos representantes del pueblo son maestros de la oratoria. Hablo de supernovas de la dialéctica como la diputada de la formación Amaiur Onintza Embeita, que el otro día dejó clara en el Congreso su postura sobre la reforma de la ley del aborto: “En mi coño y en mi moño mando yo”. La fuerza de la palabra utilizada como herramienta. Y no me refiero al recurso poético de la rima, sino al cierre: la dama remató con un definitivo “Y sólo yo”. Ese recurso se llama epítome y es la figura retórica que consiste en, después de dichas muchas palabras, repetir las más significativas para mayor claridad.
Otro orador internacionalmente reconocido es el brillante parlamentario de Esquerra Republicana de Catalunya Joan Tardá, catedrático de lengua y literatura catalana en el instituto de enseñanza secundaria Esteve Terradas. El hombre que el día de la Constitución de 2008 gritó “mort al Borbó” ha respondido ahora a los empresarios alemanes residentes en Cataluña que han advertido que las consecuencias de la independencia serían nefastas. Lo ha hecho poniendo el dedo en la llaga: ha dicho que es penoso que “directivos de empresas alemanas enriquecidas gracias al nazismo critiquen al nacionalismo catalán”. Magnífico recurso dialéctico, ése de llamarle nazi a un alemán que no lo es pero ha dicho algo que no nos gusta.
La diputada del parlamento catalán por la Candidatura de Unidad Popular Isabel Vallet también se ha enfrentado valientemente al dictamen técnico de esos empresarios que ven poco práctica la independencia. Cuando los directivos alemanes han advertido que Cataluña se quedaría fuera de la Unión Europea y, probablemente, tendría que renunciar al euro, esta dama lo ha rechazado todo con el siguiente discurso irrefutable: “Nos la trae floja lo que digan”.
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