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Blogs Pido la palabra por Paloma Cervilla

Soraya y Cospedal deben evitar el síndrome Susana Díaz

Soraya y Cospedal deben evitar el síndrome Susana Díaz
Paloma Cervilla el

No aparecer en público rodeada por el aparato del PP. No avasallar en avales. No dar la sensación de que eres el candidato oficial. No ir de sobrada y presumir de una victoria que, ni mucho menos, está garantizada.

Estas son, a mi juicio, las primeras reglas de oro que deben cumplir, en estos primeras días, los candidatos a la sucesión de Rajoy. Sobre todo María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, porque Pablo Casado parte, a priori, en una posición de desventaja, pero yo creo que puede dar la sorpresa.

El ejemplo de Susana Díaz puede ser un referente para ambas. La presidenta andaluz partía en las primarias del PSOE como la favorita, arropada por el aparato y con la fuerza, en teoría, de la organización detrás. La primera batalla se centró en los avales,  a ver quien conseguía más para apabullar al contrario.

Al final, un Pedro Sánchez, desde la humildad, se erigió como la víctima del aparato, y no sé si porque el débil sucita siempre más simpatía, terminó ganando.

Cospedal y Soraya parece que se han mirado en ese espejo y las dos, en diferentes momentos, han intentado corregir los errores de Susana.

En el momento de presentar sus candidaturas, los escenarios fueron distintos. A Cospedal no le quedaba otra que solemnizar su anuncio ante los suyos, como presidenta del PP de Castilla-La Mancha. Tiene poder orgánico y lo normal es que las decisiones políticas importantes se anuncien ante los que te apoyan y te van a apoyar en el futuro.

Soraya, sin poder orgánico, no le quedaba otra que rodearse de una estética más austera, pero también efectista. Salió a las puertas del Congreso de los Diputados y, entre periodistas y algún que otro espontáneo, lanzó su anuncio a pie de calle.

En el momento de presentar los avales, la situación cambió. Cospedal, en contra de lo que muchos pudieran pensar, no hizo alarde de apoyos de nombres conocidos del partido. Se rodeó de militantes de base y no apabulló con sus avales. Los justos, algo más de tres mil. Su candidatura, dijo, es la de los afiliados, y con ellos llegó a la calle Génova.

Los apoyos irán llegando, pero escalonadamente, y ninguno ha aparecido en la primera foto. Cospedal ha preferido que las adhesiones fueran verbales fuera del primer foco de atención. Primero fue Dolors Montserrat, después el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido; el exministro Rafael Catalá; el expresidente del Congreso, Jesús Posada; la ahora presidenta, Ana Pastor, y en los días sucesivos se irán uniendo otras voces.

Soraya, por el contrario, exhibió más músculos que en su austero acto de anuncio de candidatura, aunque solo en los apoyos. No quiso decir el número de avales, “hay que ir, de menos a más”, había comentado a los periodistas en un corrillo informal hace unos días. Pero sí se hizo la foto entregando avales con los exministros Fátima Báñez y Alfonso Alonso, además del que fuera jefe de gabinete de Rajoy, José Luis Ayllón. Después llegaron los apoyos de los también exministros Íñigo Méndez de Vigo, Álvaro Nadal e Íñigo de la Serna.

El resultado de esta batalla es incierto, pero aprender de errores ajenos puede ser una buena fórmula para, al menos, intentar ganar la partida.

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