Paloma Cervilla Garzón el 02 jul, 2016 Hasta el 26 de junio, muchos dirigentes, militantes y simpatizantes del Partido Popular se encontraban contra las cuerdas. El PP era un partido arrinconado en una esquina del cuadrilátero, noqueado, al que todo el mundo (empresarios, medios de comunicación, colectivos de todo tipo y ciudadanos de a pie) zumbaba y consideraba una formación polÃtica chamuscada por la corrupción y a punto de morir en manos de unos polÃticos adolescentes (Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera) que estaban a punto de asaltar el cielo y condenar al PP a los infiernos. Pero la noche del 26 de junio todo cambió. A medida que el recuento de votos iba dando uno y otro y otro más diputados al PP, hasta llegar a los 137, los populares de toda España iban saliendo de ese rincón al que le habÃan condenado de antemano, antes incluso de celebrarse las elecciones. ParecÃan que iban a ganar, pero de una manera tan escuálida, que no podrÃan volver a jugar dentro del ring con una cierta dignidad. El orgullo de ser del PP comenzó a recorrer España entera y la gente, que durante estos cuatro años, y sobre todo los últimos seis meses, ha ocultado que iba a votar al PP (como asà lo reflejaban las encuestas) por miedo al qué dirán, estalló para decir sin vergüenza que ellos sà votaron al partido de Rajoy. Al PP lo han situado de nuevo en el tablero los mismos que lo han querido destruir. Tanto criticar a Rajoy e indicarle el camino de salida, tanto sacar pecho diciendo que venÃan a regenerar la vida polÃtica porque lo hecho hasta ahora no habÃa servido para nada, tanto sectarismo y tanto populismo removió las conciencias del centro derecha que, en un alto de rebeldÃa, salió a la calle para decir “Basta ya”. Y este fenómeno de rebeldÃa no solo se ha producido en España. Acabo de regresar de Bogotá de un viaje de trabajo y, en un almuerzo el pasado jueves con un grupo de empresarios españoles que trabajan en Latinoamérica, uno de ellos me decÃa que “no he votado en treinta años, pero esta vez sà que querÃa votar“. Y votó al PP, me comentaba, no sin cierta satisfacción porque, a su juicio, “hay humillaciones que no se pueden consentir”. Seguir a Paloma Cervilla en Twitter Otras entradas relacionadas: Rajoy acertó y Rivera no entendió nada Un voto para frenar a la izquierda radical Queremos saber quién grabó al ministro y para qué Si se va Rajoy, que le sigan Iglesias, Sánchez y Rivera Los 633.393 votos de Ciudadanos que van a la basura Albert Rivera quiere ser del PP Otros temas Comentarios Paloma Cervilla Garzón el 02 jul, 2016