Hoy ha tenido lugar en Madrid una gran manifestación que, bajo la denominación “Marchas por la dignidad“, ha protestado contra la clase política, la política de recortes y la situación de emergencia social que, a su juicio, existe en nuestro país. Una reivindicación muy respetable si entre los organizadores no estuvieran algunos sindicatos, como UGT y Comisiones Obreras, que, supuestamente, porque todavía no hay condena en firme, se han gastado el dinero destinado para los desempleados andaluces en viajes al Caribe, comilonas en la feria y saraos variados.
Francamente, no entiendo como todavía las organizaciones sindicales se atreven a salir a la calle para denunciar la situación de las arcas públicas, que ellos han contribuido a esquilmar con sus tejemanejes y complicidades con el poder político. Pero menos entiendo a quienes lo secundan y miran para otro lado, sin querer reconocer que si en este país ha habido una gestión más que mejorable de los fondos públicos, ellos, los líderes sindicales, son tan responsables como a quienes convierten en la diana de sus ataques.
Las críticas no solo pueden ser para unos, sino también para los otros, para los que con el barniz de una supuesta defensa de los trabajadores, se han beneficiado del compadreo político para tener unos privilegios que ahora denuncian de los demás.
Izquierda Unida, que gobierna en coalición con el PSOE en Sevilla, bien podría, por dignidad, dejar de pisar la moqueta del Palacio de San Telmo en Sevilla, y organizar por las calles de Andalucía varias “Marchas por la dignidad” de un pueblo, que asiste estupefacto al espectáculo de los ERE fraudulentos y de las corruptelas sindicales.
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