La victoria de Pablo Casado en la carrera por la sucesión de Mariano Rajoy al frente del Partido Popular tiene muchas lecturas, y habrá tiempo para hablar de ellas. Pero si hay algo muy claro es que, al final, María Dolores de Cospedal le ha doblado el pulso a Soraya Sáenz de Santamaría y a Javier Arenas.
La guerra entre las dos damas del PP ha terminado. Solo ha quedado Cospedal, aunque solo sea por una parte del éxito que se puede atribuir, con justicia, por haber apoyado a Pablo Casado. Se lo jugó todo por el joven dirigente del PP, y ganó.
Cospedal ya puede respirar tranquila porque ha aniquilado a dos de sus más acérrimos enemigos: la exvicepresidenta y Javier Arenas, el hombre que ha movido en la sombra los hilos de la candidatura de Soraya, y que ha perdido.
La ya exsecretaria general apostó por caballo ganador, por la juventud de un Pablo Casado que, cada día que pasaba, sumaba más apoyos a su causa. Con un discurso arrollador, vibrante, lleno de emoción, defendiendo los principios clásicos del PP , ha terminado por llevarse esta mañana el voto de los indecisos. Hasta los que no lo han votado, abandonaban el cónclave popular reconociendo la fuerza del nuevo presidente del PP.
Casado debe una parte de su éxito al equipo de Cospedal, que la exsecretaria general puso a su servicio para librar la batalla final. Ahora queda por saber qué lugar tendrá en el nuevo PP.
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