Daba igual que lo hubiera retransmitido una u otra televisión, o todas, o ninguna. Los periodistas, tenemos que admitirlo, en el mundo digital de las redes sociales, a veces, somos irrelevantes. Porque lo que de verdad importa, al final, termina por conocerse, aunque no lo contemos nosotros. Porque las cosas que impactan, que tienen un sentido, que conmueven, que tocan el corazón, no se sabe por qué, salen a la luz. Es lo que sucedió la noche del 31 de diciembre con el Crucifijo que Nacho Cano llevaba colgado del cuello durante su emotiva interpretación de la canción “Un año más” en la Puerta del Sol.
Apenas nadie reparó en el Crucificado que acompañaba al músico, pero estaba allí, casi oculto bajo su chaqueta. La Cruz de uno de los sacerdotes que dio consuelo espiritual a los enfermos de Covid en el Hospital de Ifema, se coló en la noche de Fin de Año, de una forma discreta, sin hacer ruido, casi invisible. Se abrió paso en esta noche llena de contradicciones. Para unos triste por la ausencia de los seres queridos, que se fueron cuando nadie lo esperaba; para otros llena de esperanza, por estar vivos, por seguir luchando en esta batalla inesperada que nos ha tocado librar; para otros de incertidumbre, de miedo y de desconfianza ante un futuro incierto.
Y estaba allí, y nadie lo contó, a nadie le interesó, no apareció en ninguna crónica. Pero fijaros, ¡qué casualidad”, que la música de ese piano triste, por qué no decirlo, en medio de la soledad y el silencio más absoluto de la Puerta del Sol, de repente, se ha hecho viral. Las redes sociales se han inundado de una ola de agradecimiento por el homenaje, casi anónimo, que se quiso dar a todos los que han luchado, y siguen luchando, contra la pandemia: médicos, enfermeros, servicios sociales…. y los sacerdotes.
Pues sí, estaba allí, como símbolo, como referente, como luz de este tiempo incierto. La Cruz de Cristo en esta noche fría, de despedida de un año para olvidar, o para aprender de la Vida; como aquella tarde del 27 de marzo en la que el Papa Francisco, en la imagen más impactante que se recuerda de la Plaza de San Pedro, nos lanzaba un mensaje de esperanza, en medio de la tormenta del Covid-19 que azotaba el mundo, y nos animaba a “abrazar su Cruz”, para no tener miedo.
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