El candidato del Partido Popular al Parlamento Europeo, Miguel Arias Cañete, arrastra de por vida la etiqueta de machista por unas desafortunadas declaraciones en las que aseguraba que “el regadío hay que utilizarlo como a las mujeres, con mucho cuidado, que le pueden perder a uno”. Desde entonces, y no sé sabe por qué, al exministro se le acusa con nada que diga de machista. No sé le perdona una, mientras que con otros políticos se es más benevolente cuando en público o en privada hacen declaraciones muchos peores que ésta. Y si no, vamos a tirar de hemeroteca y a sacar dos ejemplos:
Diego Valderas (Izquierda Unida. Vicepresidente de la Junta de Andalucía: “¿Tú sabes que está ahora la de las tetas gordas de delegada de Educación?” .
Casimiro Curbelo (senador del PSOE): “Yo me meo en las putas, yo no pago a las putas“.
¿Qué hubiera pasado si estos exabruptos los hubiera dicho un dirigente del PP?
Ahora vuelve la polémica y parece que en la campaña electoral no hay otro tema más que éste para desviar la atención sobre lo que realmente nos jugamos en estas elecciones.
Yo soy mujer y, desde luego, me molesta que se nos utilice de esta manera, como arma arrojadiza de una izquierda que cree tener el patrimonio de la defensa de la mujer. No creo que el señor Arias Cañete sea machista, me consta que no lo es, y que en su equipo de colaboradores siempre hay más mujeres que hombres, porque las considera más eficientes en el trabajo.
La naturalidad con la que habla el señor Arias Cañete quizás le juegue estas malas pasadas y diga algunas cosas, como las que aseguró sobre la dificultad de debatir con una mujer ante el riesgo de que te llamen machista si la apabullas, con las que algunos pueden estar de acuerdo, pero que hay que limar bastante para no ofender a nadie.
Para mí es lamentable que, en vez de hablar de Europa, el PSOE, como ha hecho su responsable en Aragón, se dedique a acusar de “nazi” y “fascista” al candidato popular. Eso sí que es perder el norte, definitivamente
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