Hasta que no se materialice el pacto de Sánchez con los comunistas y los independentistas, hay esperanza. Hasta que el marcador del Congreso de los Diputados no confirme el disparate nacional que está a punto de producirse, hay esperanza.
Porque, quizás, puede ser, tal vez, en el PSOE quede un poco de dignidad, un poco de sentido de Estado, un poco de responsabilidad para impedir el abrazo del oso de un dirigente sin escrúpulos como Pedro Sánchez, dispuesto a vender España a cualquier precio con tal de seguir viajando en el Falcon.
Sé que es difÃcil que en este mundo de la polÃtica, en el que hay miedo a la cúpula dirigente, a perder el sueldo, la influencia y el poder, alguien sea capaz de desmarcarse de este desatino y decir NO a que se ceda ante los delincuentes secesionistas que están en prisión, ante los proetarras de Bildu y ante el comunismo que ha abrazado las tesis de Maduro en Venezuela y de Evo Morales en Bolivia.
Los hay indignados con este acuerdo, yo he hablado con ellos, pero no se atreven a dar el paso. Saben que este pacto de Gobierno puede llevarse por delante la convivencia, la concordia y la estabilidad que ha dado a España la Constitución y la democracia.
Si no hubiera miedo, si fueran más valientes, el próximo martes 7 de enero, 16 diputados socialistas, dirÃan NO a este pacto, se volverÃa a la casilla de salida y obligarÃan a Pedro Sánchez a buscar un acuerdo con el PP y Ciudadanos, un pacto basado en los principales asuntos de Estado, que salven a España de ser entregada a los que quieren destruirla.
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