Un disparate lingüístico. Esto es precisamente lo que me parece la iniciativa que han presentado 34 senadores de todos los grupos políticos, excepto del PP, UPN y los socialistas del PSOE, que no los catalanes del PSC que sí la han apoyado, para que, a partir de septiembre de este año, se utilicen todas las lenguas oficiales (catalán, gallego y vasco) en los plenos y comisiones del Senado. En román paladino, que para trabajar en el Senado me tengo que poner un pinganillo en la oreja para que una traducción simultánea me permita saber lo que hablan mis compatriotas sobre lo que sucede en España. Insólito.Pero lo peor no es eso, sino que para que todos nos podamos entender, el Senado tendrá que hacer un importante desembolso económico, sí importante, aunque le pese a los proponentes que le han quitado importancia a la cosa económica, para contratar un servicio de traducción. Yo espero que la sensatez de los miembros de la Mesa les lleve a impedir que en su próxima reunión se califique favorablemente la propuesta y comience su tramitación. ¿Cómo puede ser que en plena crisis económica no se le ocurra otra cosa a un grupo de senadores que aumentar los gastos de la Cámara en disparatadas iniciativas?