No se crean nada de lo que dice el presidente del Gobierno, con mucha solemnidad, desde la tribuna del Congreso de los Diputados cuando pide el apoyo al estado de alarma, con la justificación de que sirve para salvar vidas. Si fuera sincero, deberÃa decir “para salvar mi vida”, porque la de usted y la mÃa, le importan poco.
Si realmente el objetivo fuera salvar vidas, se habrÃa sentado con el jefe de la oposición, Pablo Casado, y habrÃan cerrado un documento conjunto, pactado, con cesiones de uno y otro. Y lo habrÃa hecho tantas veces como ha sido necesario, según sus palabras, prorrogar este estado de alarma.
Pero no, no era eso, su intención era decidir de forma unilateral, imponer una trágala, y después decir que si no me apoyan serán responsables del rebrote de la enfermedad, de los muertos y del número de contagiados. Eso sÃ, a mà que me registren de la responsabilidad de las más de 40.000 vÃctimas de esta gestión infame de la pandemia de la Covid-19.
Como ya ha quedado claro, la prórroga del estado de alarma ha sido un mercado persa, de reparto de dádivas a unos y a otros, de jugar a la geometrÃa polÃtica para tener a todos contentos, eso sÃ, menos al PP, creando un sistema de lealtades que le garanticen su supervivencia polÃtica.
Por no remontarnos al pasado, lo que va a suceder para la última prórroga es una vergüenza polÃtica. Una vez que ya han utilizado a Ciudadanos como mercancÃa de usar y tirar para la última prórroga, qué triste final para Inés Arrimadas, ahora, para conseguir la abstención de ERC, los republicanos independentistas catalanes, le entrego la gestión de los millones de euros de los fondos europeos. Y al PNV le regalo la gestión del Ingreso MÃnimo Vital, eso, que se sepa.
Y tÃmidamente, cedo la gobernanza de la última fase de la desescalada a las comunidades autónomas para que no protesten porque a unas les cedo la gestión de una parte del dinerito, las que me van a apoyar los presupuestos y a otras no, sobre todo a las que votan a la derecha.
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