No hay más ciego que el que no quiere ver la realidad. Esto es lo que le está sucediendo a Pablo Iglesias, que ayer no se le ocurrió otra cosa que responsabilizar del fracaso electoral de Podemos a los demás, a los dirigentes regionales que, a su juicio, no tienen liderazgo.
Este hombre ha perdido el norte de una manera asombrosa. Desde que se gastó 600.000 euros en su chalet de Galapagar, demostrando una incoherencia total con lo que ha venido denunciando desde hace años, no levanta cabeza. No me extraña que Podemos se desintegre a marchas forzadas, y peor que le va a ir en las próximas convocatorias electorales.
El fracaso de su proyecto polÃtico es de libro, al copiar los peores defectos de la vieja polÃtica, esa a la que él pretendÃa cambiar. Lo primero que ha hecho ha sido eliminar todas las voces crÃticas para ejercer un liderazgo férreo, con mano de hierro, para que nadie le pueda disputar la poltrona.
Después cometió el tremendo error de vivir como un rico, aquellos a los que habÃa que eliminar y sobre los que construyó su fantasÃa de conquistar el Cielo para devolvérselo a los pobres. Ya podÃa haber imitado a Kichi, el alcalde de Cadiz, que sigue viviendo en su modesto piso
Y para terminar, la ignominia de criticar las donaciones de Amancio Ortega a la sanidad pública para luchar contra el cáncer. Esto sà que le ha costado miles y miles de votos. ¿Cómo se puede ser tan torpe y tan poco agradecido a quién de la nada ha montado un imperio y es hoy un ejemplo y un orgullo para los españoles?
Pues que siga por este camino, despeñándose por el barranco, pero, eso sÃ, recluido en su chalet, totalmente alejado de la realidad. Más grande será la caÃda.
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