Desde que empecé mis vacaciones en la Bahía de Cádiz no hago más que preguntarme hasta cuándo aguantará Pedro Sánchez la presión interna y externa para abstenerse en la investidura de Rajoy.
Los periodistas hablamos mucho, y no sin razón, de la capacidad de resistencia de Mariano Rajoy, pero muy poco de la del secretario general del PSOE. Y a mí, me está sorprendiendo bastante.
Leo todos los días declaraciones de algún que otro barón socialista dándole un coscorrón a Sánchez para que se abstenga. No dejo de asombrarme cuando hasta el propio Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, éste último menos influyente e irrelevante en el PSOE que el político sevillano, tercian en el debate y le aconsejan que deje gobernar el PP. Y no digamos las crónicas del sí pero no de Susana Díaz, siempre agazapada a ver cuando da el salto a Madrid y le arrebata el liderazgo a Sánchez.
Pues mientras todo esto pasa en su partido, Pedro Sánchez, cual estatua de sal, permanece erguido con su chulesco “no, es no, y qué parte del no no has entendido”.
Es el único que no se mueve en este ajedrez de la política. Ciudadanos, consciente de que no puede mantener eternamente el veto a Rajoy esta dando pasitos, y Rajoy le abre espacios poco a poco. Sabe que la marcha atrás de Albert Rivera necesita su tiempo, pero parece que puede llegar.
Habrá que ver si el calor de agosto reblandece el corazón del dirigente socialista y permite que España empiece a andar, políticamente me refiero. Será interesante ver hasta cuándo Sánchez será capaz de resistir.
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