Alberto Núñez Feijóo ha decidido quedarse y volver a presentarse como candidato del PP en Galicia. Si se querÃa ir y dejar la polÃtica, o no, y las razones que le han llevado a quedarse, solo la saben él y algunos más, pocos, en la cúpula del PP. Especular sobre ello, si  no es él el que lo cuenta, no conduce a ningún sitio y, además, desprestigia profesionalmente al que lo hace.
Que te cuentan que dicen que ha dicho no tiene ningún valor porque la decisión de Feijóo ha dejado temblando a un sector del PP, a aquellos que aspiraban a encumbrar a un sucesor o sucesora que no era el gallego. Todo lo que digan unos y otros está contaminado por intereses encontrados.
Que Feijóo siga en el PP supone que continúa siendo un aspirante claro a liderar el partido, y no un obstáculo menos, como algunos querÃan, en el caso de que se hubiera retirado. Para mÃ, y escuchando a los dirigentes del PP,  que es el hombre que reúne el máximo consenso y que puede, y digo puede, conducir una sucesión tranquila, sin grandes sobresaltos.
A muchos en el PP no le hubiera gustado que Feijóo se fuera. Éstos creen que es el muro de contención frente a las aspiraciones de la vicepresidenta Soraya Sáenz de SantamarÃa, a la que muchos han dado en esta legislatura como la sucesora natural, pero que se ha labrado muchos enemigos dentro del partido. Muchos vinculan el futuro de la vicepresidenta al de Rajoy, al más puro estilo de Teresa Fernández de la Vega con Zapatero, cuya estrella se apagó cuando éste dejó el Gobierno. Una vicepresidenta eficaz, trabajadora y leal, pero sin ninguna vinculación orgánica con el partido.
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