Aunque es solo una encuesta, los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre las elecciones en Andalucía pronostican el derrumbe del PP en Andalucía. Es cierto que Susana Díaz también pierde escaños y el PSOE pasaría de 44 a 47, pero si se confirman los sondeos, el Partido Popular sufriría una debacle y pasaría de 50 a 34. Una auténtica catástrofe que los populares esperan que no se produzca, ya que debilitaría el liderazgo de Juan Manuel Moreno Bonilla y sobre todo sería un fuerte golpe moral para su ilusión de ser el primer presidente popular de la Junta de Andalucía.
Hace ya algunos meses un dirigente popular me aseguraba que el límite para que el partido se replantease un cambio de liderazgo o, al menos, un nuevo modelo de partido, sería perder ocho parlamentarios autonómicos, uno por provincia. Si se supera la barrera de los 10 y se dejan en el camino casi 16 escaños, ¿qué pasará en una estructura regional que solo tiene poco más de un año de vida?
Dificilmente habrá una revuelta, ya llamarán desde Génova para serenar los ánimos, pero sí tendrán que replantearse los motivos por los que el PP no consigue despegar en Andalucía. La historia de esta formación política exige una renovación completa. Los mismos personajes no pueden seguir siendo la cara de un partido que necesita una profunda renovación.
Frente a viejos estilos de hacer político emerge una figura como la de Albert Rivera que irrumpe en el Parlamento andaluz con cinco escaños. La mayoría, por no decir todos, proceden de votantes desencantados con el Partido Popular, que no lo olvide nadie.
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