He estado dos veces en Afganistán. He visitado las dos bases españoles en este país en guerra: Herat y Qala i Naw. He visto de cerca, desde la ventana de un todoterreno, el horror de un país sometido por el miedo, la humillación de las mujeres escondidas tras el burka. Precisamente por eso y porque estos días ha vuelto a caer en combate uno de los nuestros, el soldado Felipe Romero, me duele que aquellos señores del No a la guerra, que protagonizaron una revuelta política contra el Gobierno del PP, enmascarada en una supuesta defensa de los derechos humanos, no se levanten ahora contra esta guerra. Que no es distinta, que no es otra, que es la misma. No hay guerras del PP, ni guerras del PSOE, hay un campo de batalla donde mueren los soldados y a la que, tanto Aznar como Rodríguez Zapatero, han mandado a nuestros soldados a luchar contra el terrorismo y el facismo. No soy partidaria de ninguna guerra, pero al menos Aznar dio la cara, aunque se la partieran y le llamaran asesino, todavía estoy esperando que Zapatero d la suya y vaya al Parlamento a explicar por qu esta es su guerra. No s por qu tiene tanto miedo, al menos l tendrá la clac del No a la guerra aplaudindole desde la tribuna.