Olite, la ciudad del Olivo (dicen que de ahí le viene el nombre, aunque otros aseguran que deriva de la voz visigoda Ologitum, Bastión) se encuentra 40 kilómetros al sur de Pamplona. Muchos dicen que podría ser el escenario de un cuento de hadas por sus calles empedradas en torno a un castillo-palacio con torres, unas almenadas y otras cubiertas por cúpulas cónicas de pizarra; sus iglesias de piedra; sus casas blasonadas con imponentes aleros de madera…
En el palacio fortificado, verdadera joya de la ciudad, vivieron varios reyes navarros, entre ellos Carlos III el Noble, hijo de El Malo. Educado en el mundano París, quiso traer a la austera Navarra de la época todo el esplendor y voluptuosidad a los que estaba acostumbrado en la capital francesa. Y así lo hizo en Olite, rayando en la ostentación con una construcción muy adelantada para su tiempo, que llegó incluso a albergar un zoológico con leones, jirafas, lobos, jabalíes… un jardín vertical y un aljibe para guardar nieve, conocido como “la Nevera”, que funcionó hasta 1919.
Se trata de una enorme construcción en forma de huevo hecha en el siglo XVII sobre el “Pozo del Yelo”, en una zona apoyada en la parte norte de los muros del castillo. Allí se guardaba la nieve que se traía de las cercanas sierras de Ujué o de la Valdorba para usarla en el verano. En realidad el huevo visible es la cúpula que tapa el pozo.
Más que un palacio, en realidad son dos. En el más antiguo (siglos XII y XIII) está instalado hoy el Parador de Turismo Príncipe de Viana. El más moderno (siglos XIV y XV) es un magnífico ejemplo de la arquitectura civil del gótico francés. Conviene que la visita sea guiada para no perderse ni uno de sus múltiples detalles y recovecos. De no hacerlo así puede que solo veas un árbol más en el patio del castillo cuando en realidad se trata de una singular morera negra de más de 500 años de edad.
El palacio sufrió un gran incendio en 1813 y fue declarado Monumento Nacional en 1925, siendo su aspecto actual, nos guste o no, fruto de una controvertida rehabilitación de 1937, cuando lo habitual era restaurar los edificios históricos procurando que no se notase la reforma y se confundiera con el original.
Los responsables de la serie norteamericana de terror Vampire Academy (2021) convirtieron este castillo en uno de sus escenarios de rodaje, pero los de Juego de Tronos, aunque estuvieron en Olite buscando localizaciones, al final no grabaron allí. A lo mejor fue porque no conocían los testimonios de algunos huéspedes del Parador que aseguran haber visto, oído y/o sentido al fantasma del rey Carlos III paseando con su león preferido. Algunos dicen que era un tigre, en cualquier caso da miedo.
Pero en Olite hay mucho más que ver además de este castillo encantado. La iglesia de Santa María la Real, por ejemplo, cuya construcción se prolongó desde el siglo XII al XIV. Está adosada al palacio y es una de las construcciones góticas más importantes de Navarra. Destaca su fachada con una magnífica portada profusamente labrada y polícroma, aunque un tanto afeada para algunos por una moderna marquesina de listones de madera de alerce, que la protegen del sol del mediodía y evita que siga perdiendo color. No se confunde con la iglesia, pero dificulta su completa visión.
En su decoración se aprecia influencia de los maestros parisinos de Notre Dame, especialmente en los relieves de la Virgen sedente con el Niño (actualmente descabezado) y la vida de Jesús, aunque hay también motivos autóctonos, como la vegetación a base de vides y sarmientos. En el interior hay un un interesante retablo renacentista y una talla gótica de la Madre de Dios.
Partimos de la Oficina de Turismo, situada en la misma plaza que el parador, y callejeamos por la villa para descubrir la iglesia de San Pedro (torre gótica de 54 metros que se ve por toda la villa), el Monasterio de Santa Engracia (el primer convento de clarisas fundado fuera de Italia), la Torre del Chapitel o del Reloj (una de las veinte torres con que contaba el recinto amurallado romano y donde se instaló después uno de los primeros relojes públicos de España) y muchas casas blasonadas, calles empedradas, puertas en forma de arco…
Olite es conocida como la Capital del vino de Navarra y es sede del Consejo Regulador, de la Estación Vitivinícola de Navarra y de la Cofradía del Vino, por lo que no es de extrañar que forme parte de la Ruta del Vino de Navarra. A solo 8 kilómetros por la N-121 en dirección a Tudela está la bodega Pagos de Araiz.
A pesar de su cercanía, esta bodega y sus viñedos están “escondidos” en un paisaje de suaves lomas. Franqueamos uno de esos altozanos y aparece como por ensalmo un edificio estilo château de piedra, ladrillo y tejas árabes rojas de tres plantas, rodeado por viñedos propios. Contrasta el clasicismo de la casa con la modernidad de las bodegas subterráneas en las que se elaboran anualmente unas 500.000 botellas.
De cumplirse las expectativas, en la cosecha recién acabada se habrán recogido un millón de kilos de uvas de siete variedades: tempranillo, graciano, garnacha, merlot, cabernet sauvignon, chardonnay y syrah con las que elaboran ocho referencias de vinos incluidas en dos gamas: Pagos de Araiz y Blaneo. La de Pagos de Araiz se compone de cinco vinos, entre ellos un rosado elegido como mejor rosado de Navarra en 2021. La línea premium Blaneo la componen tres monovarietales de los que el Blaneo Garnacha 2021 es la última y clara apuesta de la bodega por los grandes vinos de alta calidad.
Es evidente que la producción es el principal cometido de la bodega, pero también juega un papel importante la difusión. Pagos de Araiz duplicó el pasado verano el número de visitantes con respecto al mismo periodo de 2021. Para Chelo Miñana, directora de enoturismo de Masaveu Bodegas, propietarios de esta finca, “Visitar Pagos de Araiz es apreciar y sentir la filosofía que caracteriza a todas las bodegas del grupo, acercándose a la cultura del vino a través de una experiencia inolvidable que combina naturaleza y arte”.
Los visitantes disfrutan de una experiencia vitivinícola, gastronómica y artística combinando bodega, cata y arte. La casa atesora valiosas obras artísticas que van desde la galería de los Santos y Apóstoles, con una docena de estatuas del siglo XVI, a cuadros de diferentes épocas, muebles antiguos y un impresionante artesonado mudéjar.
Con cita previa (enoturismo@bodegas.masaveu.com), el visitante también puede recorrer los caminos de las viñas en bicicletas eléctricas, o simplemente sentarse en el porche que da a poniente y contemplar espectaculares puestas de sol mientras degusta alguno de sus vinos.
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