F. Pastrano el 16 dic, 2012 Como muchas tradiciones, la del árbol de Navidad hunde sus raíces en la remota historia y se confunde con las leyendas. Alemania, Finlandia e Inglaterra suelen disputarse haber empezado esta costumbre ya extendida por todo el mundo. Sin embargo, me acabo de enterar de que en Tallin, capital de Estonia, presumen de haber tenido el primer árbol de Navidad, al menos el primero iluminado. Acababa el año 1441, y un capicúa tenía que dejar algo bueno para la posteridad. Sin saberlo, los jóvenes comerciantes de Tallin iban a ser sus protagonistas. Puede que para combatir el frío de la ciudad estonia en invierno (máximas bajo cero), puede que siguiendo la llamada de la sangre, o seguramente por los dos motivos, el caso es que los comerciantes de la Hermandad de las Cabezas Negras (Mustpeade Vennaskond) organizaron un baile junto al árbol de la plaza del Ayuntamiento. Eran estos chicos solteros devotos de San Mauricio, un negro musulmán de Tebas, Egipto, que se convirtió al cristianismo, de ahí el nombre de la cofradía. Pues bien, la juerga a modo de proto-botellón llegó a tal extremo que acabaron, calentitos, prendiendo fuego al árbol. Las llamas lo alumbraron y gustó tanto el espectáculo, que lo repitieron en años sucesivos, creando así la costumbre de iluminar los árboles de Navidad. En el número 26 de la Calle Larga (Pikk Tänav) de Tallin todavía se puede ver el edificio que fue sede de la hermandad. Un poco más allá está la adoquinada (cuando puedan verse los adoquines, porque ahora está cubierta por la nieve helada) Plaza del Ayuntamiento (Raekoja Plats), del siglo XV, que desde hace unos días alberga, como todos los años, uno de los mercadillos navideños más interesantes, pese a su juventud. Es curioso que en un entorno medieval tan bien conservado como el de Tallin se levante el mercadillo navideño más joven de Europa, que, sin embargo, no desentona. Lo que pasa es que, prohibido por las autoridades soviéticas, solo pudo celebrarse a partir de 1991, año de la independencia, aunque como en todos los países nórdicos, la festividad pagana de Joulu (solsticio de invierno), era muy popular desde tiempos inmemoriales. El diario The Times situó en 2009 al Mercadillo de Navidad de Tallin (Tallinna Jouluturg) en el número 1 de la lista de los 20 mejores de Europa. Junto al Ayuntamiento más antiguo del Norte del Continente, y en torno al árbol plantado en el mismo lugar en el que estuvo el más antiguo del mundo, se alinean medio centenar de casetas que ofrecen artículos típicos, muchos de ellos imposibles de encontrar en otros lugares. Desde bufandas, gorros, guantes y jerseys hechos a mano (imprescindibles para soportar estos rigores climáticos), hasta artesanías talladas en madera de enebro, cerámicas y cristalerías. Sin olvidar toda una extensa gama de productos gastronómicos en la que destacan el vino caliente con especias (glögi), las galletas de jengibre, mazapanes, salchichas, chucrut y el Vana Tallinn (Viejo Tallin), un licor dulce con un 50% de graduación alcohólica. Frío, mucho frío, por fuera; calor, mucho calor por dentro. Los más pequeños, sin embargo, no parecen sentir la helada y se extasían en la oficina de Papá Noel entregándole la carta de los regalos que recibirán el 26 de diciembre; o jugando con los renos, auténticos renos, que arrastran su trineo; o viendo toda una granja de animales: caballos, gansos, cabras, corderos, conejos, cerdos, y ponys sobre los que pueden pasear… Y muchos espectáculos navideños sin interrupción desde las 10:00 h. hasta las 19:00 h. (a las 16:15 h. ya es de noche) y hasta el próximo 8 de Enero. Pie de foto: Plaz del Ayuntamiento de Tallin, Estonia Europa Comentarios F. Pastrano el 16 dic, 2012